El laberinto de Dédalo pertenece a la
mitología griega. Fue concebido y diseñado para Minus, el Monarca de Cnosos, y estuvo destinado a
encerrar a una criatura feroz con cabeza
de hombre y cuerpo de toro, al que se le llamó Minotauro.
Aterrado por el canibalismo del
monstruo así creado, el propio Minos, pidió a Dédalo que lo encerrara en un
laberinto del que jamás pudiera salir. Solo él, conocería la ruta que podría
liberar al indómito Minotauro.
Desde entonces, la expresión referida
a este mitológico laberinto, se asocia a situaciones en extremo confusas en las
que impera el desorden y el caos artificialmente montado, pero que finalmente
tiene una salida. El asunto es que
usualmente tampoco se sabe quién es el que tiene la posibilidad de conocerla.
Eso, convierte a la historia, en una suerte de leyenda aún más enigmática y
sugerente.
El actual proceso político peruano
puede asociarse a esta historia helénica. En efecto, un conjunto de
acontecimientos han enredado una madeja, y la han tornado virtualmente
insabible. Ella, sin embargo, tiene una salida. Y quien la encuentre, podrá
liberar al país de ese laberinto aparentemente insondable, y en cuyas entrañas
se tejen sortilegios y parodias.
El pasado jueves 11, Augusto Álvarez
Ródrich tentando liberar al Minotauro, buscó una explicación a lo que consideró
“un hecho positivo para el país” . Aseguró en efecto que, pese a las
debilidades del gobierno de Pedro Castillo, en la práctica, el país “aún
funciona”.
De ese modo, salió al frente, quizá
sin proponerse, de la grita histérica de las Yarrow y las Chirinos que en el
Congreso de la República claman sosteniendo que el Perú “se cae a pedazos” y
que “nadie soporta más” a este gobierno.
El editorialista de la República, va más
allá incluso. Añade que el Perú “se
desenvuelve con relativa normalidad”, pese a que atraviesa por una “turbulencia política que
no es de hoy, sino que se remite al más reciente lustro”, vale decir, a los
últimos cinco años.
Para precisar el caso, habría que
señalar entonces que desde que Keiko Fujimori se resistió a reconocer su
derrota electoral ante PPK -el 2016- asoma el caos que hoy devora a la sociedad
peruana. ¿Dónde está Castillo, entonces?
¿En qué radica su culpa?
Por lo pronto, lo ubica agobiado por
el trance en el que se encuentra, y que no le permite pensar en los asuntos del
país, debiendo concentrarse apenas en los temas referidos a su propia defensa y
la de sus familiares más cercanos, acosados por la Fiscalía y la misma Prensa
Grande. Todo esto –dice- “debe impedirle desempeñar apropiadamente el cargo que
ocupa”
.
Es de suponer, entonces, que si no
tuviera estas amenazas, el Mandatario podría gobernar tranquilamente, y sin
apremios, haciendo frente a los retos de nuestro tiempo.
Si no puede hacerlo hoy, la
responsabilidad no es suya, sino de quienes le generaron los retos que ahora
afronta: la “prensa grande”, ese tinglado de fiscales que lo acosa, y los
portavoces de esa Mafia Neo Nazi que se desgañita sin freno alguno llenando al
Jefe de Estado de procaces improperios.
En los últimos días hemos podido
apreciar un cúmulo de acontecimientos que no han hecho sino enturbiar aún más
el turbulento escenario nacional. Como no ha ocurrido nunca en la historia
social peruana, la DIVIAC allanó virtualmente la residencia de Palacio de
gobierno para extraer de allí por la fuerza a Jennifer Paredes, la hija
putativa del Mandatario. Como éste, estaba ausente, la familia hizo una
explicable resistencia, lo que retrasó un poco más de una hora el inicio del
operativo.
Este, finalmente, tuvo lugar sin
resultado alguno cuando Pedro Castillo lo autorizó. Finalmente, como todos
saben, la requerida se presentó voluntariamente ante la Fiscalía como una
manera de dar testimonio de su inocencia. Lilia, la esposa del Mandatario,
asoma ya como la próxima víctima del Ministerio Público.
Es claro que el “allanamiento” de
marras constituye un hecho inédito en la historia peruana, pero seguramente
también en la de nuestro continente. Es de antología el empeño que algunos
ponen en mostrar la existencia de una “organización criminal”, integrada por la
familia cercana del Mandatario, y encabeza por él mismo. ¿Alguien conoce una
historia similar?
Hay quienes, admitiendo que es la
primera vez que ocurre, aseguran que eso “da fe” de la eficacia de la Fiscalía
que “ahora sí” -y antes no- tomaba su función a pecho y cumplía con la ley.
Aunque no haya sucedido antes, lo bueno es que pasa ahora, suelen decir. Pero
la verdad no es esa.
Si antes no ocurrió es porque no hubo
nunca un Presidente como el que hoy tenemos. Contra ninguno de los anteriores
mandatarios se habrían atrevido a hacer algo así no por falta de valor, sino
por consideraciones de clase.
Contra Castillo sí, porque lo
consideran inferior, lo que parafraseando a Alan García- se podría llamar “un
peruano de segunda clase”. Más o menos como Maricarmen Alva, esa aristócrata
provinciana venida a menos, considera a Isabel Cortez .
Anton Chejov dice que “nada pasa sin
dejar una huella”- Y es verdad. Todo esto, está dejando una profunda huella de
desaliento en los peruanos que ven una “clase política” simplemente podrida.
Encontrar el camino que nos conduzca
al Minotauro y acabar con él, no será solo la tarea de Teseo, sino de todos los
peruanos. Lo veremos (fin)
Por Gustavo Espinoza M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario