domingo, 7 de noviembre de 2021

90 DIAS DE GOBIERNO DE PEDRO CASTILLO

 

Pedro Castillo, presidente del Perú. Foto: La República / Cesar Fajardo



El 28 de julio pasado, hace algo más de 90 días, se instaló el gobierno de Pedro Castillo Terrones. Antes que eso ocurriera, y prácticamente desde el inicio de la segunda ronda electoral, su figura fue objeto de ataques infundados y extremadamente injuriosos.

 

Esa campaña arreció luego del 6 de junio, cuando se confirmó su victoria sobre el reducto mafioso de Keiko Fujimori y sus aliados, que hiciera los mundos para derrotarlo. Entre junio y el 28 de julio del 2021 la ofensiva reaccionaria no cesó y, por el contrario fue creciendo en todas sus formas. Incluso la derecha fascista organizó concentraciones y marchas demandando un Golpe de Estado, antes de admitir la victoria del candidato popular. Por eso, hoy constituye

casi una sorpresa que haya logrado durar 90 días al frente del Estado y que nos sea posible formular un elemental balance de su gestión gubernativa.

 

Es claro que el lapso transcurrido aun es corto. Y no se puede exigir que, en tan poco tiempo, se haya avanzado sustantivamente en algunas de sus promesas esenciales. Lo importante, es perfilar el sentido de su política y mirar el horizonte, para percibir el nuevo escenario que ha creado en el país su administración, ciertamente la más discutida de la historia del Perú republicano.

 

Lo primero que hay que resaltar, es que este Gobierno es producto de la voluntad ciudadana. Ella se expresó mediante un proceso electoral formalmente democrático, que arrojó

resultados inesperados. Pedro Castillo logró la victoria por más de 140 mil votos emitidos en el país. La cifra, sin embargo, se redujo a 44 mil, luego del cómputo en el exterior, sobre todo en los Estados Unidos.

 

La izquierda que llegó al Gobierno en el marco de esta contienda, no estaba objetivamente preparada para gobernar. Carecía de unidad, organización, programa coherente y posibilidades de acción. Pero fue catapultada por decisión de la ciudadanía, que no escatimó su apoyo al símbolo que la hizo posible.

 

Surgió en realidad un gobierno en buena medida improvisado, aluvional, heterogéneo e incluso contradictorio, que se expresó en su primer equipo de gestión -el Gabinete Bellido- duramente cuestionado por la oposición. Aunque ese equipo fue renovado, no cesó para nada la campaña del enemigo. Por el contrario ella fue en ascenso y hoy se expresa en una exigencia trasparente: La Oposición demanda la vacancia presidencial y arguye que Pedro Castillo no puede seguir siendo el Jefe del Estado.

 

No tiene argumento alguno para sostener su reclamo. Apenas lo fundamenta en posturas pseudo ideológicas. Parte de la premisa que se trata de un “gobierno comunista” y, por tanto, incompatible con “el carácter democrático” de la sociedad peruana. Objetivamente ni el gobierno de Castillo es comunista, ni la sociedad peruana es democrática.

 

Se trata, por el contrario, de un gobierno popular que busca democratizar la sociedad peruana secularmente elitista, aristocrática e injusta; que busca cambiar radicalmente los procedimientos formales para forjar un nuevo Pacto Social basado en una Carta Magna elementalmente participativa que reconozca derechos básicos a la población: la salud, la educación, el empleo, un salario justo y una vida decorosa. Lo que ocurre, es que la Clase Dominante juzga que esos objetivos, son “comunistas” porque afectan sus intereses.

 

Se dedica, por eso a obstruir todos los proyectos del Ejecutivo. En 90 días el Congreso no ha discutido ni aprobado una ley en beneficio de la población. Todas han estado orientadas a cuestionar al gobierno e impedir sus acciones.

 

Así estos tres meses han configurado un incesante batallar. El acoso ejercido contra el nuevo régimen, no ha conocido límite. Y la campaña de prensa desplegada por los medios de comunicación al servicio de los poderosos, no ha cesado. Incluso la calle, ha sido usada cotidianamente para denostar del Presidente y de los funcionarios del oficialismo. Con el transcurrir de los días, el odio de la reacción ha crecido, y se ha alimentado. La “Prensa Grande” y los medios de comunicación a su servicio han apoyado obstinadamente esta sentimiento perverso, incompatible con los intereses del país.

 

Marchando a contra corriente, el gobierno –no obstante retrocesos y derrotas- ha logrado apuntar algunas voluntades esenciales. Ha continuado exitosamente la campaña médica contra el COVID 19 hasta casi minimizar sus efectos; ha atendido las carencias de una parte de la población a través de bonos solidarios; ha iniciado el proceso de recuperación de las laborales escolares en algunas zonas del país; ha dispuesto el inicio e una II Reforma Agraria para atender los requerimientos de los productores del campo; ha expresado su decisión de renegociar los contratos del Gas y sostenido la necesidad de revertir y masificar su uso en beneficio de las grandes mayoría; ha ratificado su decisión de marchar hacia una nueva Constitución del Estado

abandonando la irrita que levanta la reacción. Adicionalmente, ha confirmado cambios en la política exterior abandonando la obsecuencia de regímenes pasados, en provecho de un rumbo más bien independiente y soberano. En suma no es poco lo que ha logrado perfilar en el convulso escenario nacional.

 

Hay que admitir, sin embargo, que ha registrado errores, fallas, debilidades e incluso inconsecuencias que pueden y deben ser superadas. El pueblo tiene conciencia de ellas y las registra, demandando mayor coherencia y pulcritud en el manejo de la Cosa Pública. No obstante, no cae en la fácil crítica, porque no está dispuesta a hacer el juego a los enemigos de este proceso que, con todas sus limitaciones, encarna la voluntad de millones.

 

Somos conscientes que asoman grandes retos. Una muestra de ello han sido los coflictos sociales registrados en Las Bambas y en el sur de Ayacucho –Coracora, Parinacochas y Paucar del Sara Sara. Allí las Comunidades Campesinas se han alzado contra la Contaminación minera y han defendido las cuencas acuíferas, recibiendo a cambio una violenta represión policial. Felizmente, estas perturbaciones están siendo superadas y un diálogo racional y sensato, se está abriendo paso en regiones particularmente complejas del país.

 

Por lo demás, el 2022 tendrán lugar las elecciones regionales y municipales que deberán ser enfrentadas desde la óptica de la unidad más amplia. Constituyen por si mismas, la ocasión a derrotar masivamente las acciones sediciosas y terroristas de la Mafia, lo que será posible si se las enfrenta de manera cohesionada y desde una misma fortaleza. También estará planteada la

lucha por una Asamblea Constituyente, como paso decisivo para la renovación de la Carta Magna de la República. Y será indispensable afirmar el camino liberador que el Perú ha iniciado.

 

Estos propósitos forman parte de la opción por la que nosotros combatimos desde la base popular, y que hemos reseñado de manera constante y persistente. A esta ruta aludimos cuando señalamos los cinco puntos básicos que hoy queremos subrayar:

v La unidas más amplia para enfrentar los retos que nos plantea el escenario de nuestro tiempo en la batalla contra el Imperialismo y la reacción interna y externa.

v La lucha firme y consecuente contra el fascismo y la reacción denunciando el carácter antinacional de su política, enfrentando sus acciones sediciosas.

v Las batalla por una nueva Constitución del Estado que garantice la defensa de las grandes mayorías, la recuperación de las riquezas básicas de nuestro país y una política exterior independiente y soberana.

v El respeto a los derechos de la población y de los trabajadores y la atención a sus demandas fundamentales

v Y la solidaridad plena con el proceso emancipador latinoamericano, con las luchas de los pueblos de todos los países.

 

Hoy en el Perú y el mundo crece el combate de los pueblos y adquiere mayor vigor la lucha por la dignidad humana. Millones de personas en todos los confines del planeta, se movilizan con renovadas banderas. Crece la idea que un Mundo Mejor, es posible.

 

Esta hoy planteada la tarea de alzarnos contra un pasado promiscuo y plagado de derrotas y errores; y buscar un porvenir digno de nuestra historia y de nuestro pueblo. Oigamos la voz de José Carlos Mariátegui, quien nos dijo ya en 1924: “El pasado y sus pobres residuos son, en nuestro caso, un patrimonio demasiado exiguo. El pasado, sobre todo dispersa, aísla, separa, diferencia demasiado los elementos de la nacionalidad tan mal combinados, tan mal concertados todavía. El pasado nos enemista. Al porvenir, le toca darnos unidad”.


REVISTA DIGITAL "MARKA"

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