Al lado izquierdo: El Fiscal de la Nación Pablo Sanchez, con Hamilton Castro, fiscal anticorrupción. Al lado derecho Jorge Barata, ex superintendente de ODEBRECHT, con Luis Nevez, (delator premiado). Fuente ODEBRECHT - Revista Brasil:Viver Brasil
Que corran las tortugas
El caso Lava Jato ya avanza fuera de
Brasil, en Latinoamérica, identifica a sus primeros corruptos y provoca hasta
ahora más rabia que razón.
No basta indignarse, porque pocas
emociones o pensamientos son más fáciles de engañar que la indignación. Hay que
conocer qué pasó, cómo funcionó, qué lo hizo posible, cómo se armó escenarios y
cuáles fueron las bambalinas.
Hay que concentrar energías en
presionar por investigaciones imparciales que avancen con rapidez.
Sobreexcitarse ahora con los primeros datos borrosos que produce la
investigación garantiza la fatiga emocional e intelectual que buscan algunos de
los corruptos más astutos para buscar su impunidad.
Pero no. Hay que exigir una
investigación a fondo y rápida (no debería en ningún caso prolongarse más allá
de 2017 y, si está bien llevada, pudiera terminarse en los primeros nueve o
diez meses de este año), con dos objetivos paralelos y complementarios:
– Las investigaciones “Lava Jato” del
siglo XXI;
– Las investigaciones sobre los casos
de corrupción precursores de Lava Jato en los últimos 15 años del siglo XX.
"No basta indignarse, porque
pocas emociones o pensamientos son más fáciles de engañar que la indignación.
[…] Hay que concentrar energías en presionar por investigaciones imparciales
que avancen con rapidez".
Los objetivos deben separarse porque
la manera de conseguir información es diferente en cada caso: digital en este
siglo y analógica o impresa en el anterior. Hay más datos investigables en este
siglo que los que se puede rescatar entre 1985 y el dos mil, pero eso no
significa que no se pueda llevar a cabo una investigación en profundidad sobre
las cutras de ese período. Ciertamente hay dónde empezar:
• Hace pocos días la publicación
digital Gran Angular sacó en portada una investigación de la periodista Melissa
Pérez: “Odebrecht pagó coimas en el Perú desde 1988 por los proyectos Charcani
V y Chavimochic”.
En la investigación, Pérez expone con
prolija claridad cómo “Las coimas de la constructora Odebrecht se reparten a
ritmo de samba en el Perú desde –por lo menos- 1988, durante el primer gobierno
de Alan García”.
• Durante el gobierno de Fujimori, el
Proyecto Especial Chavimochic celebró un “Contrato de Ejecución de Obras” con
el ‘Consorcio Chimú’, que asociaba a las empresas Norberto Odebrecht S.A. con
GyM S.A. (me imagino que saben de quién se trata, ¿no?). El representante del
Consorcio fue el funcionario de Odebrecht Sérgio Luiz Neves, que firmó en su
representación.
Varios años después, Sérgio Luiz
Neves fue arrestado en la etapa culminante de la 26º Fase de investigación Lava
Jato, el 23 de marzo de 2016, en Minas Gerais, la que se dedicó a desbaratar el
sector de Odebrecht dedicado exclusivamente a la corrupción: el de “Operaciones
Estructuradas”.
Neves era el director superintendente
de la Corporación en Minas Gerais y la Policía Federal había capturado emails
suyos ordenando una coima de cerca de 5 millones de dólares a una persona apodada
“Mineirinho”. Neves tenía acceso directo con el sector de operaciones
estructuradas para ordenar el pago de sobornos. Ahora se encuentra entre los
ejecutivos acogidos a la “delación premiada”.
Así que lo que Barata no pueda
responder, por no haber estado todavía en el Perú, lo podrá responder Neves.
Luego de la confesión debe venir la corroboración, cosa que no es realmente
difícil, porque documentos vitales de esa época fueron guardados por otra
funcionaria, maltratada por Odebrecht, que los cuidó pacientemente, esperando
el momento que nadie pensó que podía suceder, hasta que finalmente ocurrió.
• En el largo (102 páginas)
“Relatório de Análise de Polícia Judiciária Nº 124/2016”, la Policía Federal en
Curitiba dedica una parte a analizar el funcionamiento del “Sector de
Operaciones Estructuradas” de Odebrecht y su relación con determinados
ejecutivos de la Corporación.
Para quienes no lo tengan todavía
claro, el ‘Sector de Operaciones Estructuradas’ era una sección
semi-clandestina de Odebrecht, encargada de pagar coimas mediante mecanismos
realmente sofisticados de lavado de dinero. Como dice la Policía Federal: “las
investigaciones que fundamentaron la deflagración de la 26º Fase demostraron que
los ejecutivos del Grupo Odebrecht dirigían sus demandas de pagos ilícitos a
los funcionarios del ‘Sector de Operaciones Estructuradas’”.
• El jefe de ese ‘sector’ era
Hilberto Silva (o Hilberto Mascarenhas Alves da Silva hijo). Su segundo era
Fernando Migliaccio; y los otros integrantes eran: Luiz Eduardo da Rocha
Soares; Maria Lúcia Tavares; Isaias Ubiraci y Angela Palmeira.
Cuando avanzó la investigación Lava
Jato, Odebrecht hizo que Migliaccio fugara de Brasil a Estados Unidos. Meses
después fue capturado en Suiza, donde trató de llegar disimuladamente a
cuentas, pruebas y, sobre todo, un servidor de computadora. No lo logró.
Entre tanto, poco después de ser
arrestada en Brasil, Maria Lúcia Tavares decidió confesar. Su testimonio
convenció a Odebrecht que todo estaba perdido y llevó a la capitulación.
Migliaccio, detenido en Suiza, también colaboró.
• La importancia del “sector de
operaciones estructuradas” fue inmensa. Las decenas (y centenas) de millones de
dólares en coimas se procesaban ahí. Todo funcionario de Odebrecht autorizado
para coimear y fijar montos de sobornos coordinaba operativamente con ellos.
En el grupo de ejecutivos
primariamente responsables estaban, como muestra la investigación de la Policía
Federal, los principales superintendentes nacionales de Odebrecht, es decir,
los representantes de la Corporación en los países más importantes. Ahí
estaban, por ejemplo, André Rabello, superintendente de Odebrecht en Panamá;
Euzenando Azevedo, superintendente en Venezuela; y Jorge Barata, en Perú.
• En su primera declaración de
delación premiada, en Brasilia, Barata reconoció, según fuentes bien
informadas, que en Perú se pagó coimas a altos funcionarios públicos y que fue
él quien ordenó el pago de esos sobornos al Sector de Operaciones
Estructuradas.
• Otro evento de gran importancia,
del que se ha sabido poco, es cómo, en Suiza, el fiscal Stefan Lenz descubrió y
capturó el repositorio de todos (o casi todos) los pagos secretos de Odebrecht:
el formidable servidor de computadora que tenían ubicado en ese país.
Luego de iniciada la colaboración con
las autoridades brasileñas, Lenz ordenó la captura y el análisis de una
cantidad ingente de documentación financiera. Un pago pequeño, que se escapó a
los analistas, por 5 o 7 mil dólares, llamó la atención de Lenz, según fuentes
con conocimiento de causa.
El pago era para una compañía, Safe
Box, que ofrecía soporte informático y de seguridad digital a empresas. Lenz
ordenó registrar la compañía y ahí encontró el servidor oculto de Odebrecht.
Tenía seis terabytes de información,
casi toda encriptada y gerenciada por un software desarrollado por la propia
Odebrecht, llamado MyWeb Day. Comparativamente, la información de los Panama
Papers ocupa 2.5 terabytes.
Gran parte de la gigantesca
información no ha sido todavía analizada. Una parte ni siquiera desencriptada.
Pero ya se sabe quién tiene las
contraseñas, quiénes tienen la información y dónde. Y todos, o casi todos,
están confesando.
Solo hay que saber preguntar para
extraer lo que se debe saber de ese mar de información.
Así que podremos saber todo lo que
debemos conocer. Podemos resolver el secreto de todas las cutras significativas
en varios lustros. Podemos conocer los nombres de todos los delincuentes
públicos y privados para actuar en consecuencia.
Podemos saberlo pronto. Tenemos no
solo el derecho sino el deber de conocerlo. Pero para lograrlo debemos exigir
que corran las tortugas fiscales y debemos estar alerta, como sociedad, para
neutralizar a las fuerzas que traten de adulterar o desactivar la más importante
investigación de nuestra historia.
Por Gustavo Gorriti *
(*) Reproducción de la columna ‘Las palabras’ publicada en la edición
2471 de la revista ‘Caretas’
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