La microcorrupción de cada día
No me sorprende lo que pasa hoy con
el expresidente Toledo. Creo que en el largo proceso previo a las revelaciones,
las contradicciones y evidencias dieron clara señal de lo que se venía.
Antes que eso, perturban otras
preguntas: ¿Cómo es que no hay más estudios sobre la corrupción de nuestro
Estado y nuestra sociedad? ¿Cómo muta la corrupción de gobierno a gobierno, de
ministerio a ministerio, de proceso a proceso? ¿Cómo es que no se frenan los
diversos vacíos que permiten esas prácticas corruptas? ¿Cómo es que los que
trabajan en el Estado y ven esas prácticas no pueden frenarlas? ¿Por qué no se
denuncian? ¿Dónde hacerlo? ¿Cómo probarlo? ¿Cómo hacerlo sin poner en riesgo el
puesto del denunciante? ¿Cómo enfrentar la corrupción del día a día?
Quizá para algunos puedan parecer
preguntas ingenuas, pero hay que partir de ese tipo de preguntas porque la
corrupción no se limita a las adendas de los megaproyectos sino nos toca
también, más perceptiblemente, en la microcorrupción (la que se produce en la
búsqueda de financiamiento y la viabilidad para obras pequeñas como hospitales
o colegios), que penetra las instituciones del Estado y nuestras vidas.
Un ejemplo de ello es lo que acontece
con los Proyectos de Inversión Pública (PIP).
"El alcalde negocia con
tramitadores [...] quienes piden dinero para obtener reuniones con funcionarios
de alto nivel con capacidad de decidir en los ministerios".
Ante la dificultad para realizar sus
obras (sea por búsqueda de presupuesto o para acelerar la obra) los alcaldes se
las tienen que arreglar para obtener recursos sumergiéndose en un sistema
plagado de prácticas informales, germen de la corrupción, transitando por un
sendero con las siguientes etapas: 1.- El alcalde realiza una primera visita al
ministerio al que corresponde el PIP. 2.- Al no ser atendido, el alcalde
negocia con tramitadores (brokers, muchos de ellos ex funcionarios de las
Unidades Técnicas de los ministerios) que ofrecen contactos para priorizar sus
proyectos, quienes piden dinero para obtener reuniones con funcionarios del MEF
u otros de alto nivel con capacidad de decidir en los ministerios. 3.- Si no
obtiene resultados, el alcalde busca una última opción en el ministerio
articulador: la PCM, en donde sostiene a veces muchas reuniones, casi siempre
sin resultados.
En todo este proceso suelen
participar también congresistas de la República en la gestión del proyecto, en
algunos casos por estar convencidos de la importancia del PIP para la zona que
representa; en otros, porque podría recibir dinero por gestionar reuniones, por
la realización de la obra, u otros favores políticos.
Este peregrinaje de visitas a
ministerios, es solo una de las aristas del problema porque no se puede perder
de vista lo que sucede dentro de los gobiernos regionales y locales. Ahí,
usualmente por falta de conocimiento experto de las unidades formuladoras de
los proyectos, contratan a asesores externos que generan a su vez otras redes
de corrupción, como amiguismos y nepotismo.
Todo esto ocurre mientras los
funcionarios del MEF se centran en aducir la incapacidad de gestión de las
autoridades locales. Es mucho más complejo que eso.
De ahí la importancia de que los
ciudadanos estemos atentos y sigamos en forma vigilante y permanente los
procesos y las decisiones que se toman
en el Estado. No confiemos solamente en el portal de Transparencia, hecho por
quien es juez y parte: el Estado. Los portales son tan ‘transparentes’ como las
entidades lo determinen al calificar qué debe ser público y qué no (siendo la
Ley de Transparencia un saludo a la bandera). De otro lado, la información que
se muestra suele ser tan engorrosa y “técnica” (como lo hacen ProInversión,
MINEM, MEF) que los portales, intencionalmente, no terminan acercando el Estado
al ciudadano, sino ahuyentándolo.
Me pregunto entonces si además de la
atención que ahora se presta al escándalo de
megacorrupción en las altas esferas del poder político y empresarial, el
MEF se propone poner candados a esas prácticas informales que se presentan en
sus oficinas, en sus narices, en cada PIP, esa microcorrupción descentralizada
en todos los niveles de gobierno, que va desde los más altos niveles del
Estado, hasta las municipalidades, que mientras se mantengan, perpetuará la amenaza de vivir en un Estado plagado de
la corrupción de cada día.
Escrito por Karen López Tello Politóloga, trabajó en el Estado.
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