SEMANA: ¿Cuándo llegó Odebrecht a
Perú? ¿Qué papel cumplía en el país?
GUSTAVO GORRITI: Las compañías
brasileñas, centralmente Odebrecht, llegaron a Perú a fines de los ochenta. En
el primer gobierno de Alan García. Luego, durante la dictadura de Fujimori,
Odebrecht estuvo muy activa. De hecho, tuvo más contratos en los años noventa
que con los tres gobiernos democráticos del siglo XXI. No por el mismo monto,
pero sí en la cantidad de contratos. Era un protagonista que ya estaba presente
un buen tiempo cuando se recobró la democracia en el año 2000. Luego de eso, en
los gobiernos de Toledo, García y de Humala, la presencia de las compañías
brasileñas organizadas en el Grupo Brasil fue muy importante y Odebrecht, en
concreto, fue el mayor contratista del gobierno en los tres periodos.
SEMANA: ¿Por qué comenzaron las
investigaciones? ¿Los alertaron los desarrollos en Brasil, o ya venían ustedes
sospechando?
G.G.: Un poco de ambas cosas. Las
investigaciones fueron generalmente deductivas, hechas en torno a cosas como,
uno, las razones por las que Odebrecht ganaba con evidentes preferencias y con
regularidad los concursos; dos, por el acceso que tenían a los niveles más
altos de la política; tres, por la facilidad con la que conseguían que les
concedieran sobrecostos muy por encima de lo normal, y también la
extraordinaria facilidad con la que ganaban los arbitrajes contra el Estado
peruano por goleada. Entonces, buena parte de las investigaciones que se
hicieron, las que yo comencé después de fundar en 2010 IDL-Reporteros, con
Federico, en 2011, sacamos algunas en ese tenor.
SEMANA: ¿Cuál fue la primera?
G.G.: La primera, la más importante,
fue ‘Las cuentas con levadura de Odebrecht’, relacionada con el anterior tema.
Luego de eso, en cuanto salió el caso Lava Jato en Brasil, ya habíamos visto
antes algo sobre un caso previo, el Castillo de Arena, que indicaba claramente
que había habido pago de coimas en el Perú. Entonces vi que eso iba a tener un
gran impacto porque estaban repartidos en toda América Latina, y el sistema
operativo que habían empleado en Brasil era el mismo que se había dado en
nuestro país.
SEMANA: ¿Y viajó a Brasil?
G.G.: Empezamos a seguir y a explicar
el caso Lava Jato. En julio de 2015 viajé con mi colega Romina Mela por primera
vez a Brasil, a Curitiba, y ahí logramos una serie de informaciones
importantes, algunas de las cuales han tenido repercusión incluso en semanas
recientes, como el caso de Arribas en Argentina. Y en cuanto se dio la captura
de Marcelo Odebrecht y de Andrade Gutiérrez en Brasil, y entraron al sistema de
delación premiada corporativa, empezamos a enfocar las preguntas a lo que había
pasado en nuestros países. Los fiscales brasileños a estas alturas tenían una
buena visión de las cosas, e hicieron parte de las preguntas de la delación
premiada corporativa de Odebrecht, referida a lo que ha pasado en otros países,
y de ahí viene el realce que ustedes están viendo en Colombia, que debe ser
apenas el comienzo.
La abogada defensora de Odebrecht,
Dora Cavalcanti, en breve entrevista con Gustavo Gorriti. (Foto:
IDL-Reporteros).
SEMANA: En el caso de Alejandro
Toledo parece haber unas coimas por 20 millones de dólares. ¿A él de qué se le
acusa?
G.G.: Pues de acuerdo con el
testimonio de Jorge Barata, el superintendente de Obras durante esos años,
Toledo ofreció favorecer a Odebrecht a través de un intermediario, su asesor de
seguridad. Y después, reuniones en Brasil de este con personas relacionadas con
un magnate peruano-israelí, entonces muy poderoso, llamado Josef Maiman. Hubo
una petición de entre 35 y 40 millones de dólares, pero eventualmente, al no
poder él cumplir todo lo que había ofrecido, se recortó a 20 millones de
dólares. El resto, me imagino, se iba a repartir entre los grados menores.
SEMANA: Y en el caso de Ollanta
Humala ¿también hay coimas o solo lavado de dinero? ¿En qué consiste ese lavado
de dinero?
G.G.: La información hasta ahora es
de inteligencia y hay alguna que está en las investigaciones de la Policía
Federal del Lava Jato en Curitiba. Siguiendo la investigación, hay papeles o
referencias que hablan del plan o del programa OH, por Ollanta Humala, y la
mención de 3 millones de dólares. Esto es lo que ha salido hasta ahora. Es una
información que debe servir como base para investigaciones adicionales. No está
todavía completa. Pero de nuevo, toda la primera ronda, porque va a haber más
de una, de delaciones premiadas de los 77 ejecutivos de Odebrecht, incluyendo
los que estaban en operacio nes estructuradas, la oficina del manejo de
sobornos, eso ya ha culminado y está en proceso de homologación. No va a ser
público por cuatro meses, entiendo que es el caso con Brasil, para permitir que
la gente de Odebrecht pueda estar más o menos a salvo. Pero es muy probable que
haya filtraciones antes. Y en el caso del Perú, va ser interesante ver en qué
sentido afectan esas filtraciones a Alan García, a Ollanta Humala y a otros
funcionarios de gobiernos anteriores.
SEMANA: En el caso de García, se
habla de la línea uno del metro de Lima. ¿Eso está más o menos avanzado o en
qué anda esa investigación?
G.G.: Hasta este momento, el arresto
de su viceministro Cuba, sí. Y queda por ver si esta persona se va a decidir a
hablar. Pero el problema de callar es que la información no va a venir solo de
Cuba, o de su pareja, o de sus relacionados. Sino también central y
primeramente de Brasil.
La llegada del exviceministro Jorge
Cuba a Perú. (Fuente: Poder Judicial).
SEMANA: Me imagino que usted debe
sentirse muy frustrado con el caso de Toledo, porque estuvo asesorándolo
después de haber sido víctima personalmente de la tiranía de Fujimori.
G.G.: Nunca después de que llegó al
poder. Nunca. Cuando yo tomé licencia de mi función de periodista, dije que lo
iba a asesorar porque yo había hecho todo lo posible contra Montesinos y
Fujimori y era el momento de hacerlo como ciudadano, y que lo iba a acompañar
hasta la puerta del palacio. Eso fue lo que hice. Asesoría, además,
absolutamente gratuita. Me la pagué con mis ahorros y no le acepté ningún
puesto ni entonces ni después. Sin embargo, por supuesto, durante los meses de
una lucha muy intensa, se forjaron lazos muy estrechos. Y traté de convencerlo
de que él podía ser el Benito Juárez del Perú, que él tenía todas las
condiciones.
SEMANA: ¿Y qué pasó?
G.G.: Mira tan buen Benito Juárez que
resultó. Yo estoy escribiendo esto. Me pregunto si el bandido de hoy, asunto
que aún no está sentenciado, pero que es muy probable, cancela totalmente a lo
de ayer. Y mi impresión es que no. Él era una persona llena de contradicciones,
pero tuvo momentos de gran carisma, identificación, intensidad en la lucha con
el pueblo, que fueron de inmensa utilidad. Fue un buen líder, a pesar de todos
los defectos… No sé si el ejemplo sea muy jalado de los pelos, pero he
mencionado el caso del mariscal Pétain que luego de haber sido héroe de la
Primera Guerra Mundial fue el traidor en la Segunda. Pero en el caso de Toledo
le pasó tan poco tiempo de la ética de la lucha contra el fujimorato y el robo,
que yo creo que el mérito real que tuvo no debe considerarse como un atenuante,
sino como un agravante. Porque el mérito hizo que el pueblo pusiera una enorme
confianza en él y la democracia y el haberla defraudado, primero como un
gobernante débil y frívolo, que eso sucedió casi al comienzo, y luego si las
pruebas resultan ciertas como parecen, era un bribón.
SEMANA: ¿Qué piensa de los efectos
que esto pueda tener sobre la credibilidad de las instituciones y la vigencia
de la democracia no solo en Perú, sino en América Latina?
G.G.: Acabo de escribir un artículo
en Caretas sobre eso. No es solo la credibilidad de las instituciones y la fe
en la democracia, porque al fin y al cabo cuando se derrocó al fujimorato salió
toda esa especie de inundación de escepticismo por la tremenda corrupción de
esa época. Obviamente el mandato clarísimo era ser una sociedad mucho más
limpia, incluyendo una cantidad de comisiones y todo el bla, bla, bla, que hay acá.
Resulta que muy poco después ya estaban robando con alegría, con ganas, con
codicia. Entonces, por lo menos yo digo que si algo prueba esto es el inmenso
valor de la democracia que puede encarcelar a sus líderes cuando se produce.
Los llamaba a comparar esta situación con cómo aguantan los corruptos en
Kazajistán, en Uzbekistán, o cómo aguantó el propio Fujimori. Entonces, para mí
va a ser el año de la democracia. Si los tres primeros presidentes resultan
culpables, y van a la cárcel, o dos, o uno, pues eso va a significar la
capacidad de la democracia. Espero que eso sea lo que pase aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario