Se desarrollan ejercicios militares entre Estados Unidos y
Corea del Sur. El blanco explícito es Corea del Norte, a la que sancionan como
si fuera titular de los mayores arsenales nucleares. Claramente ese lugar lo
ocupa EE UU.
Cuando las autoridades norteamericanas y sus gobiernos
satélites quieren sentar en el banquillo de los acusados a determinados
gobiernos por los peligros del armamentismo nuclear, recurren a un lugar común
o “prime suspect” (sospechoso principal). Acusan a Corea del Norte y su
presidente Kim Jong-un.
Allí anidarían todos los males para la humanidad. Coherente
con ese punto de vista, acudieron al Consejo de Seguridad y el 2 de marzo
pasado lograron que se votara otra sanción contra Pyongyang. Ahora habrá
inspección obligatoria de cargamentos, restricciones en la exportación de
materias primas, prohibición de venta al país de combustible aeroespacial, y
sanciones financieras sobre individuos, entidades y activos norcoreanos, según
el texto divulgado por las agencias internacionales. Huelga decir que la
abrumadora mayoría de éstas sintonizan la onda del Departamento de Estado y
colaboran activamente con la instalación de esa versión del pequeño país
socialista como el gran riesgo a la paz. Una paz que está muy lejos de existir,
visto el panorama que presenta el mundo en Siria, Irak, Afganistán, Libia,
Yemen, este de Ucrania y otras latitudes.
Para la operación tergiversadora del imperio es fundamental
ocultar sus maniobras agresivas en la península coreana. Visto desde el ángulo
norcoreano, son estas ejercitaciones militares norteamericanas y surcoreanas en
sus fronteras las que explican la necesidad de pruebas militares con el
objetivo de autodefensa.
El 6 de marzo de este año se supo que Estados Unidos y Corea
del Sur realizarán las mayores maniobras militares conjuntas. Al día siguiente
y con una larga duración, pues culminarán recién el 30 de abril próximo, los
militares de esos dos países llevarán a cabo los ejercicios Key Resolve y Foal
Eagle, que son maniobras de carácter anual, o sea fijas e independientes de que
Corea del Norte haga o no haga sus pruebas defensivas.
Tomarán parte de los mismos 300.000 militares surcoreanos y
entre 15.000 y 22.000 estadounidenses, con ejercicios conocidos y otros
inéditos entre los realizados en estos años.
Key Resolve contendrá el ejercicio OPLAN 5015, donde se
inutilizarán armas de destrucción masiva del enemigo y habrá ataque preventivo
de las tropas “buenas”. Cualquier parecido con un ataque a ciudades norcoreanas
no es pura casualidad…
Por otro lado también se hará el ejercicio anfibio Sangyong
(Doble Dragón) con 5.000 militares surcoreanos y 7.000 yanquis, con cinco
navíos.
Corea del Norte fue invadido por los ejércitos
norteamericanos y surcoreanos entre 1950 y 1953, con un saldo que Wikipedia
estima “entre 1.187.000 y 1.545.000 soldados norcoreanos muertos; además 2,5
millones de civiles muertos y heridos, 5 millones quedaron sin hogar y quedaron
más de 2 millones de refugiados”. Entonces es lógico que ejercicios militares
como los arriba descriptos generen mucha inquietud y apuren movimientos para
una eficaz defensa por parte de Pyongyang.
Mentiras de Obama
El 1 de abril pasado Barack Obama reunió a presidentes y
cancilleres de 50 países en su IV Cumbre de Seguridad Nuclear en Washington,
que ha venido citando cada dos años. Esta sería la última de su gestión, toda
vez que el 8 de noviembre el país elegirá un nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Al ruso Vladimir Putin lo dejaron afuera.
Obama puso énfasis en la seguridad que deben arbitrar los
países para impedir que el terrorismo, por ejemplo del ISIS -que el imperio
prohijó en su momento- eche mano de esos materiales y pueda fabricar armas
nucleares aún las consideradas “sucias” o básicas. Una de ellas podría asesinar
a varios miles de personas, llevando a escala muchísimo mayor las tragedias
vividas en ciudades de Siria e Irak, en París y otros lugares donde el califato
cometió atentados.
Ese objetivo, con el que la abrumadora mayoría de los países
dice estar de acuerdo, fue complementado con otro anuncio del presidente
enderezado a generar simpatía. Dijo que EE UU revelará su arsenal atómico por
primera vez en una década, información que hasta hoy no se ha concretado. Aún
cuando lo hiciera, su mérito sería muy discutible porque lo que la humanidad
necesita es la destrucción de tal armamento, como tantas veces reclamaron Fidel
Castro y otros líderes mundiales, y no la enumeración de cuántas ojivas
nucleares tiene el Pentágono. Esto último bien podría ser una forma de
extorsión de cara a negociaciones políticas y económicas con otros países:
tanto tengo, tanto valgo.
Además, el positivo llamado a la vigilancia formulado sobre
cómo impedir que los materiales nucleares caigan en manos terroristas, es
apenas una parte de la solución del problema. Se dice que aquel material
alcanza a 2.000 toneladas y está bien que sea resguardado para evitar robos o
desvíos a manos criminales.
Sin embargo, esa preservación deja fuera el asunto más
grosso: ¿qué hacer con las más de 15.000 armas nucleares que hay en el mundo,
de las cuales la mitad aproximadamente está en arsenales norteamericanos?
Entre las muchas infografías que se publicaron con motivo de
la IV Cumbre de Seguridad Nuclear en Washington, el cronista seleccionó la
publicada el 2 de abril por La Voz del Interior, basado en el estudio de “Arms
Control Associaton”
Allí queda claro que Estados Unidos tenía en 2015 nada menos
que 7.100 armas atómicas y Corea del Norte solamente 8. En el medio se
escalonan Rusia con 7.700, Francia con 300, Reino Unido con 225, China con 260,
India y Pakistán con 120 cada una, e Israel con 80, que la mayoría de los
entendidos extiende a entre 200 y 300.
El gobierno de Pyongyang con sólo 8 ojivas nucleares sobre
15.000 supone el 0,05 por ciento del problema. Y se lo quiere sentar en el banquillo
de los acusados como si fuera la causa del armamentismo nuclear en el mundo.
Ese lugar nadie puede disputárselo a Yanquilandia, que tiene el mayor arsenal
operativo y en condiciones de ser empleado (Rusia tiene una parte retirada y
vetusta), con el agravante de que en agosto de 1945 utilizó la bomba atómica
frente a Japón, un enemigo que ya había perdido la guerra tras la capitulación
alemana del 9 de mayo de ese año.
“Si uds paran, nosotros paramos”
Frente a las sanciones y los ejercicios militares en su
vecindad de dos poderosos ejércitos y marinas enemigas, el gobierno norcoreano
no ha claudicado.
En el terreno político, que siempre está al tope en las
consideraciones socialistas, se prepara para realizar en mayo próximo el
congreso del Partido del Trabajo, de la República Democrática Popular de Corea.
Hace mucho tiempo que no hay una instancia de ese tipo, pues la última vez fue
en 1980. Si se hace ahora será porque la directiva juzga como necesario y
posible el evento, para reforzar las posiciones políticas frente a sanciones y
agresiones externas. No se inventa nada al decir que en coyunturas como esas
por lo general la plaza asediada redobla su unidad interna y nacional. En este
caso Kim Jong-un saldría fortificado.
Ese líder ordenó seguir con sus ejercicios balísticos, la
última vez el 22 de abril pasado, con un misil balístico. Según el ministerio
de Defensa surcoreano, que junto a los norteamericanos, está todo el tiempo
espiando al Norte, se trató de un proyectil de tipo SLBM propulsado por su
motor y que voló 30 kilómetros. Habría sido lanzado desde un submarino clase
Sinpo. Según Seúl, “la naturaleza móvil de los SLBM ampliaría enormemente el
alcance de su arsenal balístico y haría mucho más difícil detectar sus lanzamientos”.
Para John Kirby, vocero del Departamento de Estado, fue otra violación de las
resoluciones de la ONU. Puede ser, a condición de que Washington reconozca que
sus ejercicios militares con Seúl suponen un riesgo mortal para Pyongyang.
Aunque la presenten como “alocada”, la postura norcoreana es
flexible. Su canciller Ri Su-yong, en una entrevista con la agencia AP,
declaró: “suspendan los ejercicios militares en la península coreana, y
nosotros también suspenderemos nuestras pruebas nucleares”. Agregó con
sensatez: “si seguimos en este camino de confrontación, esto dará lugar a
resultados catastróficos, no sólo para los dos países, sino también para el
mundo”.
Pero EE UU no está dispuesto a parar en la península coreana
-un conflicto que usa de pantalla- ni en el mundo. La farsa de Obama es hablar
de un mundo libre de armas nucleares, pero desde 2015 tener un plan de
modernización de su arsenal nuclear. La Alianza para la Responsabilidad Nuclear
(ANA, sigla en inglés) lo cuestionó como “un desastroso programa de un billón
de dólares”. No lo dice Kim Jong-un sino un ex secretario de Defensa
estadounidense, William Perry, quien el 4 de diciembre pasado alertó que EE UU
está “al borde de una nueva carrera nuclear, lo que aumentará el riesgo de amenaza
atómica hasta niveles nunca antes vistos”.
Vuelta al inicio. ¿Quién es el peligro atómico mundial: Corea
del Norte o el imperio? A contramano de las agencias pentagonistas y
anticomunistas, el cronista marca la segunda opción.
Escrito por Emilio Marin
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