Un llamado a paro nacional, una
convocatoria al Palacio de Miraflores y la negativa a entablar un diálogo con
el chavismo son las últimas acciones anunciadas por la oposición venezolana,
que se asemejan a las posturas asumidas durante el golpe de Estado contra Hugo
Chávez en 2002.
“Están repitiendo el esquema de
2002 completico, igualito, es increíble”, dijo ayer el presidente de Venezuela,
Nicolás Maduro, a la oposición.
La sentencia no es gratuita.
Maduro hizo esa aseveración después que la derecha decidiera rechazar la
propuesta de diálogo y diera dos anuncios que despertaron suspicacias: el
llamado a un paro nacional para este viernes y a la toma del Palacio de
Miraflores el próximo 3 de noviembre.
“Señores del gobierno: el domingo
no vamos a Margarita”, sentenció el vocero opositor Henrique Capriles para
echar por tierra la reunión con el chavismo, prevista para el próximo 30 de
octubre y que se realizaría con la mediación del Vaticano. Maduro reiteró la
invitación: “yo voy a asistir porque quiero la paz del país”.
Por eso Venezuela pareciera tener
un ‘déjà vu’. El 11 de abril de 2002, cuando la derecha perpetró el golpe de
Estado en contra del entonces presidente Hugo Chávez, el guión comenzó con un
llamado a tomar el palacio de gobierno con una marcha, siguió con una patada a
la mesa de negociaciones y continuó con la convocatoria a un paro nacional.
La batalla final
La mañana del 11 de abril de
2002, el diario El Nacional sacó una edición extra que abrió con el titular “La
batalla final será en Miaflores”. Lo curioso es que esa tirada se imprimió
antes de que la derecha anunciara que iba a desviar su marcha desde el este de
la ciudad hasta el centro de Caracas, donde está ubicada la sede de gobierno.
Era parte de un plan que se revelaría horas más tarde.
Ayer, muchos de los partidarios
opositores asistieron animados por el llamado de Capriles: “iremos a donde
tengamos que ir, ¡no se descarta Miraflores!”. Mientras que otros se
congregaron con la ilusión de que fuese verdad la promesa de Lilian Tintori:
“No debemos movernos hasta que Maduro renuncie”. Pero nada ocurrió y los
dirigentes de derecha “pospusieron” su deseo para la semana que viene.
“El día 3 de noviembre vamos a
Miraflores pacíficamente a notificarle a Nicolás Maduro el veredicto popular.
Son apenas ocho días a partir de hoy”, aseguró por su parte el presidente de la
Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, quien se ha convertido en el principal
artífice de una maniobra política que pretende hacer un “impeachment” al
Presidente, aunque esa figura es inaplicable en Venezuela según la
Constitución.
La amenaza de asaltar el Palacio
ha sido tomada en serio por el chavismo, que se ha apostado en los alrededores
de la sede de gobierno con concentraciones en lo que va de semana.
Paro nacional
Este viernes la derecha ha
convocado a una “huelga general”. El secretario de la alianza opositora, Jesús
Torrealba, informó ayer que sería un paro de doce horas: “Todo el mundo a sus
casas” desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde.
Con esos mismos llamados la
oposición protagonizó, a finales de 2002 y principios de 2003, un paro patronal
que afectó principalmente a Petróleos de Venezuela y le causó pérdidas a la
nación por más de 20.000 millones de dólares. En ese entonces, la “condición” que
ponían para levantarlo era que el Consejo Nacional Electoral (CNE) convocara a
un referendo.
Las prerrogativas de la oposición
en esa época eran claras: “Si la Mesa de Negociación y Acuerdos resuelve
convocar al referendo consultivo; si la AN (Asamblea Nacional) convoca al
referendo consultivo; si se produce la renuncia del Sr. Hugo Chávez Frías a su
cargo de Presidente de la República y si la Coordinadora Democrática considera
conveniente cualquier otro acuerdo” ellos levantaban el paro. Hoy las exigencias
son casi las mismas.
Patear el diálogo
La oposición ha recrudecido la
pugna con el gobierno desde que el Consejo Nacional Electoral (CNE) decidiera
suspender la recolección de las firmas para la activación del referendo
revocatorio contra Maduro, debido a las denuncias de fraude admitidas por ocho
tribunales penales de todo el país.
Para la oposición, la resolución
del Poder Electoral constituyó un “golpe de Estado” orquestado por Maduro. La
respuesta de la derecha fue convocar una sesión exprés en el Parlamento para
tratar de iniciar un “juicio político” al mandatario, mecanismo inexistente en
la Constitución. Y el chavismo respondió furibundo.
“Este es un intento chimbo,
burdo, de copiar el golpe de Estado que ocurrió en Brasil, en Paraguay y en Honduras”,
denunció el domingo el diputado socialista, Héctor Rodríguez. Sin embargo,
Maduro insistió en el diálogo y adelantó gestiones junto al Vaticano y el
secretario general de la MUD para que se explorara una vía de entendimiento,
una apuesta que despertó rencillas en los sectores más radicales de la
oposición.
Ayer fue la estocada final a esa
iniciativa y la derecha decidió no asistir al diálogo después de desautorizar a
su secretario general, expulsar a tres alcaldes que respaldaron una medida de
Maduro y hacerle un desplante al vocero del Vaticano que había viajado a
Venezuela para intentar mediar.
El panorama es similar al de
2002. En ese entonces, Chávez hizo un llamado al diálogo -con participación de
la Organización de Estados Americanos (OEC)- justo después de retomar el poder
usurpado por la derecha mediante el golpe de Estado.
La oposición acudió a la
invitación pero después pateó la propuesta y decidió emprender la aventura de
un paro nacional, que derivaría en otro fracaso al año siguiente. Los
venezolanos, por ahora, parecen sumergidos en una especie de ‘revival’
político.
Escribe Nazareth Balbás
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