Son más de 700 mil personas, solo en
Lima, las que viven sin acceso a agua potable y quienes la compran de cisternas.
Vivir sin agua puede sonar
surrealista para unos, pero es la realidad de otros. Son más de 700 mil
personas, solo en Lima, las que viven de esta manera. Quienes no tienen acceso
al agua, la compran de camiones-cisterna, pero esta no es potable. Aunque no
tenga sentido, estas personas –la población con menores
recursos– pagan siete veces más que los que sí tenemos acceso al agua, y solo
consumen la cuarta parte de lo que usan aquellos. Esto es contrario
a lo que se busca con las medidas utilizadas en Latinoamérica para el
suministro de agua, como subsidios cruzados, con las que personas con mayores
recursos subsidian a los más pobres.
Para reducir la brecha entre los que
viven con y sin agua hay que atravesar más de un obstáculo. Con algunos de
ellos podemos apoyar todos los ciudadanos, otros están en manos de las
autoridades. Primero, necesitamos tomar mayor conciencia de lo
escasa que es el agua en Lima. No olvidemos que es la segunda
capital más árida del mundo, después de El Cairo, y que el efecto del cambio
climático en la escasez del agua será cada vez mayor.
Segundo, no podemos seguir
derrochando el agua. El Foro Mundial para la Naturaleza alertó el año pasado
que los que sí tenemos acceso a este recurso derrochamos el 30% de este, ya sea
en carnavales, piscinas, largas duchas u otros. Sin embargo, no toda es nuestra
culpa. La irresponsabilidad ciudadana se soporta en el
ineficiente sistema tarifario que maneja SEDAPAL. Lima tiene la tarifa de agua
más baja de Latinoamérica. Lamentablemente esto no quiere decir que
seamos más competitivos, solo indica que falta un sinceramiento en las tarifas.
Pagamos menos de lo que cuesta el agua. Las tarifas que cobra SEDAPAL no
reflejan los costos reales en los que incurre la empresa. Reflejan el costo de
proveer el servicio, pero no el costo de inversión y financiamiento de la
empresa estatal.
En marzo, la Superintendencia
Nacional de Servicios de Saneamiento (SUNASS) aprobó el pedido de Sedapal de
aumentar las tarifas de agua para el quinquenio 2015-2020 –se solicitó un
aumento de 15%, pero se aprobó uno de 6%–. Con este aumento, SEDAPAL espera
reducir la brecha entre los que tienen acceso al agua y los que no. Sin
embargo, esto no necesariamente solucionará el problema, ya que en los dos
últimos años SEDAPAL no ejecutó su presupuesto completo. En el 2013 solo
ejecutó el 52%, y en el 2014, el 76%. La ineficiencia de la empresa es otro
obstáculo a superar.
Por último, Lima enfrenta un
crecimiento urbano desordenado. Las autoridades son responsables de que el
crecimiento sea planificado y no improvisado. Asimismo, son varios los
distritos que no pueden continuar con su desarrollo inmobiliario porque la expansión
de la cobertura del agua no va al mismo ritmo. De acuerdo con ejecutivos del
sector inmobiliario, no es raro que SEDAPAL se comprometa a dar factibilidad
que luego no entrega, y que haya proyectos inmobiliarios que se quedan sin acceso al agua.
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