jueves, 4 de mayo de 2017

FERNANDO TUESTA: “SIN COMPROMISO POLÍTICO, LA REFORMA PUEDE TERMINAR EN OTRA FRUSTRACIÓN”





En la siguiente entrevista, el profesor de ciencia política de la Pontificia Universidad Católica del Perú y especialista en temas electorales Fernando Tuesta Soldevilla desarrolla varias ideas sobre la reforma política, hoy en debate. Según su posición, sería conveniente volver al sistema bicameral. También cree necesario eliminar el voto preferencial.

¿Cuáles considera que deben ser los elementos principales de la reforma política?

Después de muchos años he llegado a la conclusión de que esta mirada sobre la reforma nos ha llevado a meras modificaciones parciales. Sería un retroceso decir que, de todo esto, es necesario aprobar a, b y c. Nunca como ahora hemos estado tan cerca de tener una norma fuente, un código, sobre todo lo referido a elecciones y partidos.

El Ejecutivo ha recomendado en su proyecto volver a la bicameralidad.

Este es un tema que a veces trae confusión. Hay que tener en cuenta, primero, que el grupo del Congreso está preparando un texto en un escenario sin reforma constitucional. Se supone que este informe se presentará a la Comisión de Constitución, que puede recomendar incluir algunas reformas constitucionales, como la bicameralidad o la reelección de alcaldes y gobernadores.

¿Y sería conveniente volver a tener un Senado?

Personalmente, yo creo que sí. La bicameralidad es una reforma sustantiva y es necesario encaminarnos hacia allá. Y esto incluye una serie de medidas adicionales de ingeniería constitucional, ¿no es cierto? Estamos hablando de que habría que establecer las funciones de cada cámara, cómo se relacionarían entre ellas, los requisitos y varias cosas más.

No creo que sea una idea muy popular, en todo caso.

Ciertamente, no es una medida popular, porque los peruanos, en su mayoría, rechazan a los partidos y a las instituciones. No les sería sencillo aceptar más escaños y parlamentarios porque iría en contra de su sentido común. Pero hay que saber explicar las cosas.

Tenemos menos congresistas de los que deberíamos tener, para empezar. 

Exacto, por el tamaño de nuestra población. Si hacemos un cálculo deberíamos tener, solo en una cámara baja, unos 240 congresistas, casi el doble de lo que hay ahora. Eso a la gente le parece inadmisible…

Una pérdida de dinero.

Tal cual. Sin embargo, a los congresistas se les hace muy complicado su trabajo: son pocos, hay muchas comisiones y tienen que ir saltando de un lado a otro. Por todo eso se requiere de más congresistas. Y la bicameralidad también ayudaría mucho, primero como un filtro de las propias leyes que se hacen. Hoy existe una vorágine de proyectos, lo cual no está bien.

¿Los congresistas estarán de acuerdo con volver a la bicameralidad?

Quienes se oponían eran de las filas fujimoristas, aunque las declaraciones de ahora dan a entender que estarían dispuestos a conversar al respecto.

Con ciertas condiciones. Parece que la opción más aceptable es coger a los 130 congresistas de hoy y dividirlos: 100 diputados y 30 senadores.

No estoy de acuerdo.

Eso no soluciona el problema de fondo de representación.

Exacto, el Senado no es solo una institución legislativa, sino también cumple una función representativa. Agarrar a los 130 congresistas y dividirlos bajo la idea de que así la gente no se va a molestar es un despropósito, un error. Se debe tener capacidad de persuasión, de convencimiento, de comunicación para decirle al ciudadano que, con más congresistas, tendrá la opción de identificar a su representante...

De exigirle resultados.

Y de exigirle que canalice sus intereses. Luego, mediante el voto, lo premiará o castigará por su desempeño.

¿Será posible eliminar el voto preferencial?

He escuchado esto desde hace varios Congresos, y no se ha podido. Y es que los partidos y sus dirigencias no han logrado entender la dimensión del daño que ha ocasionado el voto preferencial.

Hay congresistas que dicen estar de acuerdo con su eliminación, siempre y cuando se garanticen elecciones internas democráticas y limpias para elegir a los candidatos.

Hay elecciones internas según la ley.

Claro, aunque según esta lógica el voto preferencial permite que los ciudadanos rompan con la imposición de las cúpulas partidarias.

Ese argumento de la imposición de cúpulas me causa asombro y me provoca una mueca de risa, porque muchas veces es esgrimido por los propios dirigentes. ¿Qué más cúpula que la propia dirigencia?

De acuerdo, hay mucho de cinismo en esa posición.

Hay que ser consecuentes pues. No se trata de salir con la frase: “que haya elecciones democráticas en los partidos”. ¿Y qué sugiere usted para que eso suceda? En realidad, luego de cada elección interna siempre hay inconformidad y denuncias. No hay un solo partido que se libre de eso. El problema es que los partidos tienen prácticas no democráticas y, a la vez, carecen de la capacidad suficiente para organizar elecciones en todo el territorio nacional.

Si el problema es la legitimidad de los procesos internos, entonces quienes deberían encargarse son las instituciones electorales.

Desde luego. No hay nadie que pueda armar mejor un padrón que Reniec. Al mismo tiempo, que la ONPE se encargue de la votación. Esto daría garantías a todos y se legitimarían los procesos. Y acá viene otro punto vital: el voto preferencial en las elecciones generales no permite que se desarrollen propuestas únicas, discursos coherentes, porque cada candidato lanza sus propias ideas para diferenciarse del resto. En cambio, sí se podría incorporar el voto preferencial en las competencias internas, porque eso impediría que una lista aplaste a la otra.

A la luz de las experiencias fallidas, ¿qué se necesita para que la reforma sea, finalmente, una realidad?

Ahí pasamos a un punto clave: ¿cómo proceder? En otros países, una reforma así viene acompañada de una propuesta integral de los gobiernos, salvo en el Perú. Es cierto: el Ejecutivo ha presentado un proyecto, pero la bandera no se asumió desde el inicio. Yo hubiera esperado, el 28 de julio, a un presidente que le diga al país que es necesario caminar hacia ese objetivo. Por el contrario, pasaron meses y fue el Congreso el que asumió el reto. En todo caso, creo que es indispensable que exista un acuerdo político entre el Gobierno y los partidos para que la reforma…

¿Sea aprobada?

...pase completa y evitar que cada congresista busque cambiarla a su antojo. Si los líderes de los partidos no entienden que se necesitan compromisos, la reforma puede ir mal. Sin compromiso político, la reforma puede terminar en una nueva gran frustración.


Escribe Enrique Patriau

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