COMO SE MIENTE SOBRE VENEZUELA EN LAS REDES FAVOR MEDIOS COMUNICACIÓN
Caracas, Venezuela. 12 de Mayo 2017
Mark Weisbrot (Periodista de The
Guardian" (Englans)
Las imágenes forjan la realidad, lo
que da a la televisión, los videos y hasta a las fotografías un poder con el
que pueden cavar profundo en la mente de las personas, incluso sin que ellas se
den cuenta. Pensé que también yo era inmune a los repetitivos retratos de
Venezuela como Estado fallido en medio de una rebelión popular. Pero no estaba
preparado para lo que vi en Caracas este mes: qué poco de la vida cotidiana parecía
estar afectado por las protestas, la normalidad que reina en la gran mayoría de
la ciudad. También yo había sido engañado por la imaginería mediática.
Grandes medios han reportado que los
pobres en Venezuela no se han unido a las protestas de la oposición de derecha,
pero esto es un eufemismo: no es solamente que los pobres se abstienen – en
Caracas, son casi todos excepto pocas áreas como Altamira, donde pequeños
grupos de manifestantes se meten en batallas nocturnas con las fuerzas de
seguridad, lanzan piedras y bombas incendiarias y corren del gas lacrimógeno.
Caminando desde el barrio de clase
trabajadora Sabana Grande hasta el centro de la ciudad, no hay señales de que
Venezuela esté al borde de una “crisis” que requiera la intervención de la Organización
de Estados Americanos (OEA), a pesar de lo que John Kerry diga. El Metro
también trabajaba muy bien, aunque no pude bajarme en la estación Altamira,
donde los rebeldes habían puesto su base de operaciones hasta que los sacaron
esta semana.
Logré ver las barricadas por primera
vez en Los Palos Grandes, área de clase alta donde los manifestantes sí tienen
apoyo popular y los vecinos gritarán a cualquiera que trate de remover las
barricadas – algo arriesgado de intentar (al menos cuatro personas aparentemente
han sido asesinadas a tiros por hacerlo). Pero incluso aquí en las barricadas,
la vida era bastante normal, excepto por algún tráfico fuerte. El fin de
semana, Parque del Este estaba lleno de familias y corredores sudando en un
calor de 32 grados – antes de Chávez, había que pagar para entrar y los
habitantes, según me dijeron, estaban decepcionados porque a los menos
acomodados se les permitía entrar de gratis. Los restaurantes siguen llenos en
la noche.
Viajar ayuda a verificar la realidad
un poco más, por supuesto, y yo visité Caracas principalmente para obtener
información en el área económica. Pero vine escéptico respecto al cuento,
reportado a diario en los medios, de que el desabastecimiento de productos
básicos era la razón para las protestas. La gente a la que la escasez le crea
más molestias es, por supuesto, los pobres y las clases trabajadoras. Pero los
habitantes de Los Palos Grandes y Altamira, donde vi verdaderas protestas,
tienen sirvientes que hacen cola para lo que necesitan y tienen el ingreso y el
espacio para acumular algo de existencias.
Esta gente no está sufriendo – les
está yendo muy bien. Sus ingresos han aumentado a buen paso desde que el
gobierno de Chávez tomó control de la industria petrolera hace una década.
Incluso tienen un gran apoyo del gobierno: cualquiera con una tarjeta de
crédito (excepto pobres y millones de la clase trabajadora) tiene derecho a
$3.000 por año, a una tasa de cambio subsidiada. Después, pueden vender los
dólares seis veces más caros de lo que pagaron, en lo que suma un subsidio
anual multimillonario en dólares para los privilegiados – y todavía estos son
los que abastecen la base y a las tropas de la sedición.
La naturaleza de clase de esta lucha
siempre ha sido cruda e irrefutable, ahora más que nunca. Caminando entre las
masas que fueron a las ceremonias por el aniversario de la muerte de Chávez, el
5 de marzo, se veía un mar de venezolanos de la clase trabajadora, decenas de
miles de ellos. No había ropas caras o zapatos de $ 300. Qué contraste con las
masas descontentas de Los Palos Grandes, que tenían camionetas todoterreno
Grand Cherokee de $ 40.000 portando el eslogan del momento: SOS VENEZUELA.
En lo que se refiere a Venezuela,
John Kerry sabe de que lado de la guerra de clases está. La semana pasada,
justo cuando me iba, el Secretario de Estado de Estados Unidos duplicó su
descarga de retórica contra el gobierno, acusando al presidente Nicolás Maduro
de fomentar una “campaña de terror contra su propio pueblo”. Kerry también
amenazó con invocar la Carta Democrática Interamericana de la OEA contra
Venezuela, así como de aplicar sanciones.
Alardear sobre la Carta Democrática
contra Venezuela es casi como amenazar a Vladimir Putin con un voto de la ONU
sobre la secesión en Crimea. Quizás Kerry no se dio cuenta, pero apenas unos
días antes de sus amenazas, la OEA votó una resolución que Washington introdujo
contra Venezuela y le dio la vuelta, declarando la “solidaridad” del organismo
regional con el gobierno de Maduro. Veintinueve países la aprobaron y sólo los
gobiernos de derecha de Panamá y Canadá se aliaron con Estados Unidos contra
ella.
El artículo 21 de la Carta
Democrática de la OEA aplica ante la “interrupción inconstitucional del orden
democrático de un Estado miembro” (como el golpe militar de 2009 en Honduras,
al cual Washington ayudó a legitimar, o el golpe militar de 2002 en Venezuela,
que tuvo aún más colaboración del gobierno estadounidense). Debido a este voto
reciente, la OEA podría invocar la Carta Democrática más en contra del gobierno
de Estados Unidos, por las muertes que causan sus drones a ciudadanos
estadounidenses sin juicio, de lo que podría hacerlo contra Venezuela.
La retórica de “campaña de terror” de
Kerry está igualmente divorciada de la realidad y como era de esperarse provocó
una respuesta equivalente del canciller de Venezuela, que llamó “asesino” a
Kerry. Esta es la verdad sobre las acusaciones de Kerry: desde que comenzaron
las protestas en Venezuela, resulta que más personas han muerto de la mano de
los manifestantes que de las fuerzas de seguridad. De acuerdo a las muertes
reportadas por el CEPR (Centro de Investigación en Economía y Política) durante
el último mes, además de los asesinados por tratar de remover las barricadas
puestas por los manifestantes, por lo menos siete aparentemente han muerto
debido a las obstrucciones creadas por los manifestantes – incluyendo un
motorizado que se degolló con una guaya colocada en la carretera – y cinco
oficiales de la Guardia Nacional han sido asesinados.
Respecto a la violencia por parte de
cuerpos de seguridad, presuntamente tres personas podrían haber sido asesinadas
por la Guardia Nacional u otras fuerzas de seguridad – incluyendo dos
manifestantes y un activista que apoyaba al gobierno. Algunas personas acusan
al gobierno de otras tres muertes por civiles armados; en un país con un
promedio de más de 65 homicidios por día, es completamente posible que esta
gente actuara por su cuenta.
Un total de 21 miembros de las
fuerzas de seguridad están bajo arresto por supuestos abusos, incluyendo por
algunos de los asesinatos. Esto no es una “campaña de terror”.
Al mismo tiempo, es difícil encontrar
una denuncia seria sobre la violencia opositora entre los más importantes
líderes de la oposición. Según datos de encuestas, las protestas son rechazadas
en gran medida en Venezuela, aunque se ven mejor afuera cuando son promovidas
como “protestas pacíficas” por gente como Kerry. Las encuestas también sugieren
que la mayoría de los venezolanos ven estos disturbios como lo que son: un
intento de derrocar un gobierno elegido.
La política interna de la postura de
Kerry es bastante simple. Por un lado, tienes el lobby cubano-americano de la
derecha de la Florida y sus aliados neoconservadores gritando a favor del
derrocamiento. A la izquierda de la extrema derecha, bueno, no hay nada. A esta
Casa Blanca le importa muy poco América Latina y no hay consecuencias
electorales por hacer que la mayoría de los gobiernos del hemisferio se
molesten con Washington.
Quizás Kerry piensa que la economía
de Venezuela colapsará y que eso llevará a algunos de los venezolanos no ricos
a las calles contra el gobierno. Pero la situación económica en realidad se está
estabilizando – la inflación mensual bajó en febrero y el dolar del mercado
paralelo ha bajado drásticamente ante las noticias de que el gobierno está
introduciendo una nueva tasa de cambio basada en el mercado. Los bonos
soberanos de Venezuela tuvieron un rendimiento de 11,5% desde el 11 de febrero
(el día que comenzaron las protestas) al 13 de marzo, el más alto rendimiento
según el índice de bonos de mercados emergentes de Bloomberg. La escasez
probablemente bajará en las próximas semanas y meses.
Por supuesto, esto es exactamente el
principal problema de la oposición: la próxima elección será dentro de un año y
medio y para esa fecha, la escasez económica y la inflación que han aumentado
tanto en los últimos 15 meses se habrán aliviado. En este sentido, la oposición
posiblemente perderá las elecciones legislativas, así como ha perdido cada
elección en los últimos 15 años. Pero su actual estrategia insurreccional no
está ayudando a su propia causa: parece que han dividido a la oposición y unido
a los chavistas.
El único lugar donde la oposición
parece estar ganando amplio apoyo es en Washington.
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