Exigir 4% de firmas de adhesión es un
candado para impedir el ingreso de nuevos partidos. (Foto: Lino Chipana/Archivo
El Comercio)
Las firmas no han constituido un
requisito que demuestre la existencia real de un partido político.
Reducir el número de firmas de
adherentes para inscribir un partido político (1%) o mantener la exigencia
actual (4%) es un debate equivocado. Las firmas no han constituido un requisito
que demuestre la existencia real de un partido político; es más, ha creado un
círculo perverso entre mercado negro y partidos cascarón. En cuatro décadas se
ha pasado de solicitar 40.000 firmas a más de 730.000 firmas, más de 10 veces
más.
Si en la década de 1980 los partidos
presentaban menos firmas pero tenían militantes y aparatos partidarios, desde
el desplome del sistema de partidos en los 90, las exigencias subieron, pero
los partidos se multiplicaron pese a carecer de militantes y maquinarias
dispuestas a lograrlas. ¿Qué ocurrió? Lo de siempre. Cuando la ley da espaldas
a la realidad, esta se burla. Ningún partido político puede conseguir ese
número de firmas válidas de adhesión. No hay país con tan alta exigencia. Por
ejemplo, Colombia y Ecuador exigen 1,5% del padrón; Chile, 0,5% de los que
votaron en la última elección.
Una exigencia de esa naturaleza
incentiva un mercado negro de falsificación de firmas. Por eso, salvo contadas
excepciones, no se ve a militantes buscando firmas en plazas y calles, y si los
hay, es para que los medios tomen fotos o filmen en una actividad que
requeriría una movilización masiva. Aquella idea extendida de que se consiguen
firmas regalando fideos es otro engaño. Si un kilo de fideos costara S/2, debería
gastarse más de S/1’400.000 solamente en firmas, que luego deben ser
verificadas.
Por lo demás, aquí lo importante, la
firma solo puede ser considerada como verdadera si se hace un examen
grafológico. Y sería oneroso en tiempo y dinero hacerlo con las miles que se
entregan. Los organismos electorales solo comprueban –no pueden hacer más– si
la firma presentada en el planillón se parece a la que está registrada en el
Reniec.
En consecuencia, pedir firmas es
alimentar un mercado negro, no es un requisito que demuestre que un partido ha
cumplido la ley. Basta ver el cuadro de partidos inscritos para darse cuenta de
que difícilmente pudieron superar esa exigencia; es decir, es un requisito
inútil para demostrar que un partido político existe, y es oneroso para el
Estado, puesto que se gasta en personal, logística, administración, seguridad,
equipos, programas, etc. Eliminar ese requisito de inscripción sería un paso
certero.
Sin embargo, exigir 4% de firmas de
adhesión es un candado para impedir el ingreso de nuevos partidos. Si eso se
combina con la necesidad de que un partido político se inscriba tres años antes
de postular (abril del 2018), se está cerrando el sistema de partidos a las
actuales organizaciones.
Hay que colocar requisitos realistas
y verificables. Por ejemplo, exigir que para que los partidos puedan inscribir
sus listas de candidatos y mantener su inscripción celebren elecciones internas
abiertas con la participación de unas 100.000 personas. Así, se centra la
atención en la participación y no en documentación falsa. En otras palabras, no
más firmas, más realidad.
Escribe Fernando Tuesta Soldevilla - Profesor
de Ciencia Política de la PUCP
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