En las últimas semanas, Perú ha
tomado la vanguardia en el cerco diplomático contra Venezuela, Caracas, por su
parte, ha respondido con ferocidad a los ataques. ¿Qué hay detrás de esa
estrategia?
"Saque sus fúnebres manos de
Venezuela", escribió el martes la canciller Delcy Rodríguez en un tuit
dirigido al presidente de Perú, Pedro Pablo Kuzcynski.
¿Qué motivó la fuerte reacción de la
jefa de la diplomacia venezolana en contra del mandatario? En principio, las
declaraciones que Kuzcynski diera en España al sugerir que debería buscarse un
"mecanismo de arbitraje" para solventar la crisis política de
Caracas, lo que ha sido visto por el gobierno bolivariano como una injerencia
inadmisible.
Pero el mar de fondo de esa
propuesta, advierte el internacionalista Jean Paul Mertz, es una disputa
diplomática en la derecha regional "para mostrar su utilidad a EE.UU. su
utilidad y, por tanto, su merecimiento de ayuda económica no militar a través
de agencias como la Usaid".
Vieja rencilla
Kuczynski fue el primer presidente de
América Latina en reunirse con el más reciente inquilino de la Casa Blanca,
Donald Trump. En ese encuentro se dieron las palabras del mandatario peruano,
quien dijo que la región era para EE.UU. como un "perro simpático que no
genera problemas", a excepción, claro, de Venezuela.
Para Caracas fue una afrenta. Desde
entonces, los pronunciamientos de ambos gobiernos han ido en escalada, pero no
es la primera vez que hay una postura beligerante de Lima. Mertz recuerda la
ruptura de relaciones que hubo entre el ex mandatario Alejandro Toledo y Hugo
Chávez; la "actitud confrontativa" de Alan García contra la
Revolución Bolivariana y "la vacilación, seguida de acciones injerencistas"
de Ollanta Humala contra Venezuela.
La razón, esgrime Mertz, tiene que
ver con que "la diplomacia peruana se encuentra en manos de familias
pertenecientes a la oligarquía limeña, una de las de mayor rango y duración en
el poder en el continente, cerrada a cualquier noción de cambio social, y que a
través de un supuesto multipartidismo mantienen vigentes las medidas políticas
y económicas de derecha". Y, en ese entramado, Venezuela aparece en
contravía.
La llegada de Kuczynski al poder,
insiste el analista, aguza el carácter neoliberal del gobierno peruano y, con
ello, su alineación con EE.UU., en momentos en que el gobierno norteamericano
ha previsto una reducción de casi 30% del presupuesto de Departamento de Estado
y el aumento de la ayuda a Israel, "limitando la cantidad neta a percibir
por parte de los países de América Latina. Hay una pugna por esos
recursos".
¿Ayuda o no?
Perú, desde la era Chávez, manifestó
su renuencia a mecanismos de integración regional como la Unión de Naciones
Suramericanas (Unasur) o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(Celac), impulsados especialmente por Caracas.
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En paralelo, Lima promovió los
tratados de libre comercio con bloques comerciales hegemónicos, en abierta
oposición a las propuestas económicas de izquierda, recuerda Mertz,
"aunque para la negociación de los mismos tuvieran que renunciar a gran
parte de su soberanía".
Ahora, en medio de la crisis política
que enfrenta Venezuela, Perú se propone como un país "crítico" del
gobierno de Maduro que podría formar parte del mecanismo de arbitraje -junto a
otras cinco naciones- para la resolución del conflicto. Caracas, a juzgar por
el precedente, ya descalificó el ofrecimiento: "Es bochornoso que un
mandatario latinoamericano acuda a sus amos coloniales para intervenir una
nación soberana".
Escrito por Nazareth Balbás
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