Aumentan en un 40,6% los casos de
violencia intrafamiliar contra menores, según el último informe del Teléfono
ANAR de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo
Cardenales, mordiscos, quemaduras,
insultos, abuso sexual... Casi 3.000 llamadas de las atendidas en 2015 por el
teléfono ANAR de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo fueron consultas de
menores motivadas por algún tipo de maltrato en el entorno familiar, según el
informe anual que esta Fundación presentó ayer sobre «Problemas detectados en
la Infancia y la Adolescencia en España» y que analiza solo la suma de casos
recibidos por parte de la población menor de 18 años. (El Teléfono ANAR atendió
a través de sus diferentes líneas un total de 369.969 llamadas).
Tal y como desglosa el director de
programas de ANAR, de esos 2.952 casos atendidos sobre violencia en el entorno
familiar, la mayor parte de las consultas (1.229) se produjeron por maltrato
físico, seguido de 882 por maltrato psicológico, 435 de abuso sexual, y 406 de
abandono. El hecho, ya de por sí alarmante, supone un aumento del 40,6%
respecto del año anterior y cobra especial relevancia al ser la primera vez en
los 22 años de historia de este servicio que se llega a esta cifra en este tipo
de violencia infantil.
Nunca hasta ahora, advierte Benjamín
Ballesteros, director de programas de esta ONG, se había dado algo igual. «Creemos
que otros tipos de maltrato muy graves y que también aparecen en el estudio,
como puedan ser el acoso escolar o la violencia de género, están ocultando esta
otra realidad de violencia intrafamiliar, que ni se escucha, ni trasciende.
Siendo, a nuestro juicio, esto último mucho más grave, por ser ejercida en gran
medida por los padres, por ser más prolongada en el tiempo, más frecuente (en
muchos casos diaria), y por las secuelas terribles que genera a lo largo de la
vida de quien la padece».
La violencia como pauta educativa
Del informe también llama
poderosamente la atención que los niños que llaman al teléfono ANAR conviven en
un 40,1% con la figura del padre y la madre, frente a otras situaciones
familiares. Se observa que los progenitores que maltratan, prosigue
Ballesteros, suelen ser en mayor medida los hombres o las nuevas parejas de la
madre: «son aquellos que entienden la violencia como pauta educativa, y que la
instrumentalizan para conseguir un fin. La consecuencia es que, por un lado,
crían niños que muy probablemente sufran una merma de autoestima, porque
piensen que son malos y se merecen el castigo y, por otro, que estos mismos
pequeños aprendan a normalizar esta actitud, a tolerarla, y a utilizarla
también para conseguir sus objetivos, reproduciendo ese tipo de vínculo en su
edad adulta».
El informe resalta asimismo que, de
las llamadas recibidas en 2015, el segundo incremento de violencia se da entre
iguales: acoso escolar y de violencia de género entre adolescentes. En la
mayoría de estos casos, la violencia o parte de ella se ejerce mediante el uso
de nuevas tecnologías. Así, el año pasado, esta organización atendió 573 casos
de acoso escolar, frente a los 328 de 2014, lo que supone un incremento del
75%.
Respecto al total de 1.471 casos de
violencia de género atendidos en 2015, 318 de ellos fueron de menores
adolescentes. «Estos tienen una herramienta eficaz para controlar, amenazar e
insultar, o para acercarse a la víctima cuando esta ha decidido poner fin a una
relación. En los casos de ciberacoso, los menores agresores actúan con bastante
impulsividad, sin pararse antes a pensar y refugiándose en el aparente
“anonimato” que las nuevas tecnologías aportan. No suelen ser conscientes del
daño que están produciendo y, en muchas ocasiones, tampoco piensan en su
posible responsabilidad penal», afirma Leticia Mata, psicóloga, abogada, y
directora del teléfono ANAR.
Autolesiones, suicidio
En parte como consecuencia de todo lo
anterior, la Fundación ANAR también ha observado un inquietante aumento de
casos relacionados con ideación e intento de suicidio y autolesiones que, según
el análisis realizado por Leticia Mata, «no es tanto una forma de desafiar a
los mayores, sino más bien una forma de huir de los problemas o de pedir
ayuda».
Ahora bien, tal y como advierte
Ballesteros, con un total de 381 casos registrados por casos de autolesiones o
intento de suicidio en este número, y el terrible agravante de que el año
pasado se produjeran 26 llamadas de menores de 10 años, este fenómeno se está
convirtiendo en una preocupante tendencia entre adolescentes. «No hay más que
buscar en Google y en Youtube estos dos términos para comprobrar la cantidad de
páginas y de información que hay al respecto y el efecto terrible de contagio que
pueden tener en las redes», advierte Ballesteros. Para poder prevenir y
afrontar este tipo de conductas extremas, la psicóloga de ANAR recomienda a las
familias estar al tanto de cualquier cambio que detecten en la actitud de sus
hijos. «Queremos advertir de que si un niño tiene problemas escolares, de
sueño, de alimentación, o un cambio evidente en su forma de comportamiento, lo
que está haciendo es pedir ayuda». «Todo esto nos lleva a pensar —concluye
Mata— que los niños en general se sienten solos y sin control o normas
parentales. Una solución sería que toda la sociedad luche por una conciliación
real, donde siempre haya presencia de un progenitor en casa a la vuelta del
cole».
Desaparecidos
Por último, el informe de la
Fundación recoge también los llamativos datos del teléfono ANAR para Casos de
Niños Desaparecidos (116000), donde el principal motivo de consulta fueron las
fugas de niños y adolescentes de su domicilio familiar o centro de residencia,
seguido de los menores expulsados del hogar y, en tercer lugar, los secuestros
parentales, tengan o no estos un componente internacional.
FUENTE: CARLOTA FOMINAYA
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