OJO PESTAÑA Y CEJA MIS ESTIMADOS
SEGUIDORES: Que no le cuente, cuentos chinos, entérese usted mismo. La violencia verbal y física que en los pocos días al frente del
gobierno estadunidense ha hecho Donald Trump en contra de México (considerando
a migrantes e indocumentados que trabajan y viven en aquel país y que son
arrestados para deportarlos o procesarlos penalmente) no es nueva por parte de
las autoridades gubernamentales de ese país.
En el gobierno de Barack Obama, las
tropas de Estados Unidos –también bajo el argumento del narcotráfico y la
violencia, igual como ahora lo hace rabiosamente Trump– generaron un clima
intervencionista mediante declaraciones constantes de funcionarios y militares,
sin descontar que Organización de las Naciones (ONU) Unidas también se sumó a
la crítica contra México y, mediante un pronunciamiento en aquel momento,
preparó el camino para que “fuerzas de tarea” estadunidenses ingresaran a
territorio nacional, al asegurar que las bandas del narcotráfico que operan en
el país son una “superpotencia”.
Recordamos ahora que hace 6 años, en
2011, hicieron declaraciones jefes policiales y funcionarios del Departamento
de Estado, incluida Hillary Clinton; después se sumaron militares y representantes
de agencias de inteligencia estadunidenses, para quienes la debilidad del
entonces presidente Felipe Calderón se tradujo en fuertes presiones políticas
que le impidieron gobernar con independencia y mantener control del país.
Ese riesgo de intervención a México
por parte de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se repite ahora con mayor
intensidad, ante un presidente mexicano agobiado y desconcertado y un gabinete
sumamente débil que no sabe qué hacer ante los embates diarios de Trump.
La advertencia del presidente de
Estados Unidos en la llamada telefónica de hace unas semanas al presidente
Enrique Peña Nieto, de que enviaría tropas a México para ir en contra los “bad
hombres”, abre con mayor intensidad una posible intervención militar directa en
contra de México o disfrazada de “fuerzas de tarea militar” para “cooperar” con
las Fuerzas Armadas mexicanas.
Este clímax sobre una posible
intervención militar también fue revelado en su momento por WikiLeaks, que dio
a conocer las críticas del gobierno de Estados Unidos en contra del Ejército
Mexicano, de los cuerpos policiales y contra el mismo presidente de la
República, a quienes la diplomacia estadunidense considera incapaces de hacerle
frente al crimen organizado, el cual mantiene en jaque al país y ha desatado la
peor violencia de que se tenga memoria, con cerca de 200 mil muertos en 10
años, cifra muy superior a todas las víctimas de las guerras ocurridas en Irak
y Libia, países a los que invadió Estados Unidos.
Ante ese preocupante panorama
intervencionista, se confirma que el próximo jueves 23 de febrero arribarán a
México los secretarios de Estado y de Seguridad Interna de Estados Unidos, Rex
Tillerson, y Jhon F Kelly, respectivamente, y la Secretaría de Relaciones
Exteriores informó que vienen a dialogar con funcionarios de alto nivel sobre
temas bilaterales para continuar los acercamientos y el diálogo “en favor de
una relación respetuosa, cercana y constructiva entre ambos países”.
Por supuesto que hasta hoy no ha
habido una sola acción de respeto por parte de Trump y su equipo, así que la
próxima llegada de ambos funcionarios estadunidenses ha puesto en alerta a todo
el gabinete de Peña, pues sin duda el tema principal que abordarán será la
seguridad interna de Estados Unidos y el trabajo que pedirán a México hacer en
contra del crimen organizado y el tráfico de drogas, a fin de evitar que éstas
crucen la frontera hacia el vecino país.
Como tema principal en la agenda de
los funcionarios estadunidenses, será que México permita a militares y miembros
de las agencias policiales e inteligencia de Estados Unidos que “colaboren”
directamente con las Fuerzas Armadas mexicanas para combatir al narcotráfico,
igual como sucedió en Colombia, en donde los militares estadunidenses tomaron
el control del país. Esto representa una abierta intervención y violación a la
soberanía nacional.
La duda es qué posición asumirá el
gobierno mexicano ante esta presión de Estados Unidos, y sí el gobierno de Peña
se atreverá a autorizar públicamente esa intervención disfrazada de
“colaboración” en el combate contra el narcotráfico.
Un problema más es la comunicación
que salga de los acuerdos alcanzados por los dos países, pues en los últimos
días hemos visto como Estados Unidos da versiones distintas a las que informa
el gobierno mexicano, lo cual se ha traducido en una aguda crisis en México,
que revela la sumisión del gobierno ante su homólogo estadunidense.
Escrito por Miguel Badillo Periodista y director de la revista Contra Línea. Periodismo de Investigación. Es
egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Investiga:
corrupción gubernamental y empresarial, delitos de cuello blanco, lavado de
dinero, seguridad nacional y pública, temas energéticos. (Twitter)
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