FOTO DE Aidesep
La madrugada del 28 de enero del
2015, Rita Catashunga, alertada por sus vecinos de la ciudad amazónica de
Nauta, corrió del puerto hacia su casa. Ahí encontró a la policía, la fiscalía
y un cuadro estremecedor al ver muerta a su hija de 15 años. “Dorita” se había
suicidado.
Este
caso se suma a otros reportes de suicidios de adolescentes en Nauta e
Iquitos. Nauta está a 100 kilómetros de Iquitos, en la región de Loreto, al
noreste del Perú.
La mayoría de la población de Nauta
es de la etnia Kukama. Los pobladores tienen una conexión muy estrecha con el
río, pescando desde sus canoas, sembrando y cosechando cultivos como yuca y
arroz, y cuidando los espíritus que habitan en las profundidades del río. Con
estas actividades, mantienen la unidad y el equilibrio.
Sin embargo, en los últimos años la
vida en Nauta se ha modificado. Los cambios rápidos en la vida de los jóvenes
indígenas son un factor relevante en los suicidios.
Óscar Espinosa, antropólogo de la Pontificia Universidad Católica del
Perú (PUCP), estudia los suicidios en Loreto desde el 2005 y ha identificado
posibles causas de lo que sucede en Nauta.
“Son un conjunto de factores que están presionando: el derrame de petróleo
(de barcazas o pozos petroleros), la empresa maderera, la delincuencia, el
narcotráfico, la prostitución, etc. Antes Nauta era un lugar tranquilo. Solo
vivían los que estaban ahí. Ahora hay mucha gente que viene de otras localidades amazónicas, y llevan sus
costumbres, droga y basura. Hay un choque entre lo urbano y lo indígena”, dice
Espinosa.
Según el psicólogo del Centro de
Salud de Nauta Omar Peixoto, “hay que tomar en cuenta el problema de la
contaminación en Nauta, las empresas petroleras no han cumplido con la
remediación ambiental. Cuando se extrae el petróleo, el agua sale tres veces
más salada que el agua de mar y si se vierte sin purificar en las cochas y los
ríos, causa problemas en el ecosistema y en las personas que utilizan este tipo
de agua. Eso genera un malestar en la población”.
Este nuevo contexto crea inseguridad
e incertidumbre en los jóvenes indígenas.
“Antes los jóvenes indígenas sabían
que se dedicarían a la chacra o a la pesca como sus padres o abuelos. Tenían un
rol definido. Ahora no hay repuestas claras y eso incrementa la sensación de no
saber qué hacer en este nuevo escenario”, dice Espinosa.
Faltan registros de casos
Los casos de suicido en Nauta se
presentan con notoriedad desde el 2001. En ese año se reportaron
aproximadamente tres suicidios de adolescentes. Pero la etapa más crítica fue
en el 2008 con aproximadamente 32 a 40 suicidios.
El doctor Néstor Aguilar, psiquiatra
del Hospital Regional de Loreto, ha estudiado los casos de suicidio en Nauta
desde el 2008 y afirma que “los adolescentes, principalmente mujeres,
desarrollan un trastorno disociativo de posesión”.
Este trastorno está relacionado a un
trance de posesión que consiste en “la sustitución de la identidad personal por
otra, atribuida a la influencia de un espíritu, poder, deidad u otra persona”,
según se explica en la Cuarta Edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de
Enfermedades Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA).
Para el doctor Aguilar este trastorno
puede ser catalogado como un Trastorno Mental Cultural, ya que es producido por
estresores psicosociales y culturales como marginación, discriminación,
pobreza, abandono, violencia y abuso sexual.
“Lo llamativo de este trastorno es su
presentación casi epidémica. En un momento un adolescente presenta el cuadro y
en cuestión de minutos otros adolescentes resultan con la misma
sintomatología”, agrega Aguilar.
A principios de setiembre se
registraron otros tres casos de suicidios de adolescentes —una joven de 13 años
y dos muchachos de 15 años— en Punchana, un distrito de Iquitos. “Es un
problema frecuente”, dijo Miguel Cadenas, párroco de la Parroquia La Inmaculada
en Punchana.
A pesar de la persistencia del
problema, el Ministerio de Salud (MINSA) no cuenta con un archivo actualizado
de datos sobre suicidios. En la última data del período 2009-2013 solo aparecen
registrados siete suicidios en Loreto.
Marco Bardales, integrante de la
Oficina General de Estadística e Informática del MINSA, señala que en este
mismo período “no se han registrado muchos casos de suicidio en el departamento
de Loreto, debido probablemente a la existencia de un alto porcentaje de
subregistro de las muertes”.
Tampoco se tiene ningún Estudio
Epidemiológico de Salud Mental de comunidades indígenas o etnias como las
Kukama, Chayahuita, Achual o Jíbaro, a pesar de que en el último censo del 2007
que realizó el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) se mostró
que la población nativa amazónica representaba un 11.9% de la población total de
Loreto.
Perspectiva cultural ausente
En el 2004 el Instituto Nacional de
Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, uno de los dos hospitales de salud
mental que existe en el Perú, desarrolló el Estudio Epidemiológico de Salud
Mental en la Selva Peruana en la zona urbana de las ciudades de Iquitos,
Pucallpa y Tarapoto. Este estudio demostró que estas ciudades tenían una
frecuencia de vida de trastorno psiquiátrico más altas. Específicamente en
depresión y ansiedad.
En el 2009 este instituto realizó un
Estudio Epidemiológico de Salud Mental en la Selva Rural concentrándose esta
vez en el área rural de Iquitos y Pucallpa. Los resultados evidenciaron que los
trastornos clínicos más frecuentes fueron la fobia social y la depresión
moderada a severa entre los adolescentes, en el cual 15.1% alguna vez en su
vida presentó deseos de morir y el 0.6%
había intentado suicidarse alguna vez en su vida.
“No se cuenta con un marco teórico ni
los instrumentos apropiados. Además, faltan más estudios antropológicos y
sociológicos para poder ingresar a las comunidades indígenas. Es un área
completamente virgen, eso lo hace más complicado”, explica el doctor Javier Saavedra, director ejecutivo
de la Oficina de Apoyo a la Investigación y Docencia Especializada del Instituto
Nacional de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi.
En un estudio sobre el suicidio en la
juventud indígena de los pueblos Awajún en el Perú, Guaraní en Brasil y Embera
en Colombia, realizado por el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas
(UNICEF) en el 2012, se observó que el
enfoque occidental y el diseño de los instrumentos convencionales
“tienen limitaciones”, por ello en esta investigación “la metodología se centró
en el trabajo directo con grupos de jóvenes de las comunidades”.
“El análisis de este tema es más
viable desde una perspectiva cultural y no tanto desde una perspectiva
psiquiátrica y psicológica. Por ejemplo cuando un adolescente awajún se
suicida, la causa no necesariamente es la depresión. Esa ecuación entre
suicidio y depresión en el mundo awajún no vale. Sin embargo, el personal
médico dice que el suicidio es por un cuadro de depresión”, señala Espinosa.
Además es necesario que se pueda
replantear la forma del tratamiento médico.
“Si se enferma una persona del
apellido Kukama, todo el apellido es el que sufre y por ende todo el apellido
debe involucrarse en la curación del enfermo. El tratamiento es integral y no
individual”, indica el párroco Cadenas.
En el momento del traslado del cuerpo
de “Dorita” de Nauta a la Morgue Central de Iquitos, un profesor del colegio
Miguel Grau de Nauta, acusó a Catashunga de maltratos físicos contra su hija.
Pero él no mostró pruebas, y los vecinos de la madre la defendieron. Ella solo
quería estar al lado de su hija. “Todavía sueño mucho con mi hijita”, dijo, “y
en mis sueños conversamos a través del río”.
Por Sonia Condori Sánchez
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