jueves, 25 de agosto de 2016

EL OCTAVO MANDAMIENTO: DESTRABAR RESPONSABLEMENTE



En estos días se habla de la imperiosa necesidad de destrabar para favorecer la fluidez de las inversiones e incidir favorablemente en el crecimiento económico. Todo está bien en tanto la propuesta se inscriba en un enfoque integral de sostenibilidad, donde el crecimiento económico es un medio pero no la finalidad única.

En un contexto en el que los procedimientos y los trámites resultan engorrosos suena bien el hecho de “destrabar”. Aprovechando el objetivo compartido de facilitar la vida a personas e instituciones profundicemos lo que implica “destrabar”.

Si partimos de la premisa que apuntamos a una gestión pública efectiva y responsable entonces tendríamos que entender primero la razón del trámite y procedimiento y cómo éstos contribuyen a la efectividad de la gestión en una mirada de atención al ciudadano (persona natural o jurídica) con los más altos estándares de calidad. Sean los diversos usos de la información que se deriva del trámite (información, gestión, control, seguimiento) lo importante es definir cuál es la ruta crítica que hace que el trámite tenga sentido tanto para la administración pública como para el ciudadano (estoy pensando en hombre y mujeres). El problema es cuando el trámite solo se hace para cumplir un rito burocrático y no existe una administración efectiva de esa información.

Una gestión pública moderna debe ser capaz de administrar su información, convertirlo en conocimiento y toma de decisiones efectivas. De ahí se entiende la importancia de avanzar hacia el gobierno electrónico y todo aquello que permita un proceso rápido de toma de decisiones. Pero no estamos hablando de simples decisiones discrecionales del funcionario/funcionaria, sino de decisiones responsables que en buena cuenta quiere decir decisiones de acción con gran sentido de responsabilidad social y ambiental.

Esto significa que “destrabar” no significa de ninguna manera subestimar, reducir o eliminar consideraciones de naturaleza social y ambiental. Si alguien está pensando que bajo la lógica de destrabar vamos atacar a la “legislación ambiental agresiva”, los “conservacionistas opositores al progreso” o vamos a relativizar el ejercicio de derechos humanos lo invito a revisar si su posición se inscribe en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Destrabar tiene que ver con una mejor gestión de la información y la administración de materia y energía. Ello implica identificar el paso innecesario, la duplicidad de información, buscar la forma de ahorrar materiales (papeles, tintas, estantes, etc.), energía (física, psicológica, etc.) y personal (mirando el Estado como un sistema y no como un sector o dependencia). De ahí la necesidad de seguir avanzando en el tema de informatización de todos los procesos de la administración pública.

Significa también pasar de una mirada de recurso o producto a una mirada de gestión de sistemas a partir de la identificación de problemas de frontera. Los temas no son absolutamente sectoriales como hablar de árboles o de peces o de rocas, sino que cada uno de estos recursos se ubica en un sistema en el cual interactúan personas, ideologías, valores, intereses, agendas, proyecciones que escapan largamente a una visión sectorializada. La informalidad o ilegalidad no se resuelve desde miradas sectoriales y se requiere el concurso de diversos especialistas, sectores y niveles de gobierno, incluyendo a los propios actores involucrados en la informalidad o ilegalidad. Es lo que se llama la comunidad extendida de pares que busca de manera creativa los caminos de la transformación con enfoque de sostenibilidad.

Bienvenida entonces las inversiones responsables y los procesos responsables de simplificación administrativa en el marco de una gestión pública efectiva en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.


Escrito por Rodrigo Arce Rojas es ingeniero forestal.

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