Toda imagen habla, no existe una foto
muda, silenciosa, callada. Pocas son las imágenes que gritan, que te aturden,
que te nublan la vista, que logran esa extraña sensación a la que llaman piel
de gallina.
Esta foto es una de esas, es anónima,
no sabemos quién hizo el clic en el momento justo para dejarnos como
composición una obra que quedará inmortalizada por sintetizar a toda una
jornada de protesta.
Las calles laterales a la Legislatura
neuquina ofician de escenario de la lucha social contra el acuerdo entre
Chevron e YPF. Una bandera de prolijas letras, en una réplica de una wiphala,
colgada sobre unos postes vaticina: “Pachamama no los perdones, porque ellos
saben lo que hacen”. Todo parece ser parte de una escenografía finamente
trabajada.
En el fondo de la imagen, escritas
con aerosol aparecen las palabras Chevron y muerte, por separadas, sueltas,
armónicamente puestas en el orden correcto. El nombre de la empresa
norteamericana se ubica en el margen izquierdo y mientras que la palabra muerte
en el derecho, casi como cerrando la oración. Las fuerzas policiales irrumpen
en el inferior de la imagen con una formación de una veintena de agentes. Van
en plena acción represiva avanzando sobre una multitud que la foto oculta. El
lienzo que las condena reposa levemente en el margen superior derecho, sin que
ellas lo sepan.
Un cartel que anuncia a uno de los
tantos estudios jurídicos de la zona, también queda en la composición, casi
como un presagio de que esa jornada correrá por largos tiempos pasillos de
tribunales. Judicializado está el acuerdo entre las empresas y a pesar de que
la Corte ordenó mostrarlo aún continúa oculto. Judicializados también, están
los dirigentes sociales y sindicales, que fueron acusados de “perturbación de
las funciones públicas y daños calificados”. Judicializada y sin respuesta está
la policía, por haber disparado con balas de plomo y herir a un docente en el
pulmón. También por vía judiciales y sin respuestas está la comunidad mapuche
Campo Maripe quien denunció a los anónimos que decidieron quemarle cuatro casas
en el territorio, mientras estos se encontraban manifestándose en la
legislatura.
Se van a cumplir tres años de esa
jornada y las incertidumbres reinan. Es probable que nunca sepamos quienes
apretaron el gatillo con balas de plomo, como tampoco cuáles fueron los
acuerdos secretos que pactaron los sectores de poder. Si estaremos seguros de
quienes fueron los legisladores que votaron a favor, a qué partido pertenecen,
quienes ordenaron una represión de siete horas consecutivas y también quienes
en nombre de la patria, llamaron golpistas a manifestantes desde los medios de
comunicación.
La imagen sintetiza todo eso. Te
grita hasta aturdir, indigna hasta nublarte la vista, te pone la piel de gallina
como un llamado a no perdonar a quienes saben lo que hacen. Quizás algún día
sepamos quién hizo el clic en el momento preciso. Quienes hicieron la bandera,
quienes pintaron los grafittis y quienes enfrentaron a la policía, seguro
estarán diseñando nuevas escenografías en un entramado de luchas sociales, que
se anuncian, que se muestran y nos llegan como postales invitando a construir
un mundo diferente.
FUENTE: Martín Alvaréz Mullally
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