sábado, 13 de agosto de 2016

LAS CULPAS DE DILMA PRESIDENTA DEL BRASIL




La defensa de Dilma sostiene que la destitución de un presidente sólo es posible si hay crimen. Y como a la presidenta no se le ha probado delito alguno, no hay razón para el impeachment. Acusan que en el fondo se trata de un golpe de estado.

El problema de Dilma es que no tiene respaldo popular. Una encuesta de Datafolha divulgada en abril recogía que un 61% de los entrevistados estaban a favor del impeachment y un 33% en contra. Su error fue responder a la crisis económica mundial con políticas de austeridad y recortes importantes de presupuestos. A diferencia de su anterior mandato, al momento de asumir nombró como ministro de Hacienda a un neoliberal de la Escuela de Chicago para complacer así al empresariado. Los mismos que hoy le dan la espalda llamando a su destitución abierta a través de las pantallas electrónicas que cubren todo el edificio de la FIESP en São Paulo y activando la economía en función de su caída. El resultado fue estancar aún más una economía ya en recesión lo que subió las tasas de desempleo, algo que los brasileños durante la época de Lula habían olvidado. Al malestar hay que añadir una campaña de los grandes medios empeñados en derrocarla.

La destitución de la mandataria por el parlamento es justificada en las llamadas pedaladas fiscales (bicicleta), mecanismo usado por los gobiernos brasileños para mantener caja. De esta forma se usa dinero de los bancos del Estado para pagar cuentas y prestaciones sociales y en el periodo fiscal siguiente se le devuelve. Los opositores a Dilma se basan en las objeciones dadas por el Tribunal de Cuentas (TCU) y acusan que sería un “delito de responsabilidad”.

Lo acostumbrado de dicha práctica para mantener los deberes y las cuentas pagas del Estado se evidencia en el hecho de que 16 gobernadores estaduales también realizaron en 2015 pedaladas fiscales, entre ellos el gobernador de São Paulo, el PSDB Geraldo Alckmin.




Michel Temer, presidente interino, saluda a Eduardo Cunha, ex presidente de la Cámara de Diputados y articulador del golpe parlamentario

El segundo motivo de la destitución es que se acusa a la presidenta de firmar seis decretos de aumento presupuestario en 2015 sin la autorización del Congreso, los que no habrían respetado la meta de responsabilidad fiscal. El gobierno se defiende diciendo que no fue una ampliación de gastos, sino una reasignación. Agrega que la firma de la presidenta fue a pedido del TCU, tras la evaluación del personal técnico de dicha instancia.

El abogado General de la Unión, José Eduardo Cardoso, en su defensa de la presidenta ante el Congreso, sostuvo que la destitución de un presidente en un régimen democrático se usa “solo en casos excepcionalísimos. Es para actos graves, dolosos, que atenten contra los principios del país, pero meras operaciones contables, aceptas y hechas por todos los gobiernos, respaldadas por los tribunales de cuentas, aceptadas por los juristas y aprobadas por los funcionarios técnicos de carrera… que sean utilizadas como impeachment… Señores diputados y diputadas: me permiten utilizar una palabra que no es jurídica, pero es de la ciencia política: esto es un golpe”.


Cardoso advirtió que “cualquier gobierno que venga a nacer de una ruptura institucional no tendrá legitimidad para gobernar frente a la población”.

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