No haber sancionado a Keiko Fujimori
es la mayor prueba del fraude de estas elecciones. La candidata de Fuerza
Popular había violado la ley electoral tanto o más que César Acuña, defenestrado
por dos entregas de dinero en las que ni siquiera estuvo presente. Y si el
mafioso Jurado Electoral Especial de Lima hubiese querido apegarse a la ley
Alan García tendría que haber estado fuera.
Las autoridades partidarias que
aprobaron la lánguida Alianza Popular habían caducado e incurrieron en
usurpación de funciones. Pero, claro, lo peor de la política tenía que ser
favorecido por abogados que sirven a un sistema roído por la corrupción.
Dijimos hace semanas que estas elecciones eran ilegítimas. Lo dijimos cuando
expulsaron al segundo de las encuestas. Ahora, con la anuencia mostrada
respecto de Keiko Fujimori y Alan García, el fraude ha quedado, en toda su
magnitud, al descubierto.
Fuente: Hildebrandth en sus Trece.
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